¿Por qué me dejaste de querer? Dijo
él después de varios meses de silencio.
Hacía una mañana fría, él hundía la cabeza en la bufanda y
ella pasaba su brazo por su hombro dándole calor. Aquella pregunta no le
incomodó, ella misma se la había preguntado más de una vez en todo ese tiempo
pasado.
No te he dejado de
querer amor mío, no dejé que te alejaras demasiado. Necesito tu risa a
carcajadas y tus silencios compartidos. Puede que después de tantos años
descubrí que el amor evoluciona y se convierte en algo que no
esperamos, pensamos que ya no es y...
Buscamos otro Edén - él
la interrumpió-
Ella se recostó en su hombro, lo olió y le dio un beso en el
cuello.
No es eso amor, nuestro amor evolucionó a algo muy bonito ¿No te das cuenta?, no estoy segura si
quiero alejarme de nuestro Edén, de tus manos y tus cosas tan conocidas.
No sé si quiero marcharme de este vergel, de estos colores tan nuestros.
Él colocó su mano entre los muslos de la mujer.
No intentes distraerme, no
vayas de angelito distraído, si me amaras como se debe no estábamos aquí
sino en nuestra cama haciendo el amor, o desnudos uno frente al otro. Como
antes.
Ella escondió la sonrisa en el cuello de él.
No intentes embaucarme,
no seas diablillo que recuerda momentos de delicias y placeres.
El invierno llegó a Edén, la pasión y el deseo hibernaba, el
frío lo cubría todo y las luces realzaban la belleza de todo lo que formaba
parte de aquella burbuja creadora, aquel lugar donde solo se había creado amor
y tanto bonito ahora parecía estar helado.
Ya no había hojas de parra para cubrir sus cuerpos desnudos, ya no
había nada que ocultar. Sabían que ni ella era un angelito inocente ni él un
diablo cargado de tentaciones.
Ella lo miró, deslizó la mano de él hacia su sexo y lo besó como
hacía tiempo que no lo hacía, lo lamió y volvieron a saborearse.
Enlazaron sus manos. Puede que no dejara
de quererlo, solo que aún hacía frío en el paraíso. Puede que después de tantos años descubrió que el amor evoluciona y se convierte en algo que no esperamos.