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♥ Entra y siéntete en casa ...

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martes, 30 de diciembre de 2014

Fría noche de cotillón




Ella mantuvo toda la noche la sonrisa
Su espalda desnuda 
deseo todo el tiempo 
un abrazo por detrás.




* FELIZ AÑO *

      ;D





sábado, 27 de diciembre de 2014

Distancias



...Y después de mucho caminar 
y de sentirse perdido en mil ocasiones,
después de alguna piedra en el zapato 
y varias botas gastadas,
se topó de bruces con 
el kilómetro cero.



jueves, 25 de diciembre de 2014

Feliz Navidad





Os deseo Una Feliz Navidad,
que el buen espíritu llegue a vuestro hogar y a vuestros corazones,
que encontréis al niño que fuisteis, al menos un instante
que seáis felices este día, y siempre.

Os quiero. 






lunes, 22 de diciembre de 2014

El hombre triste ~3~




Pablo había tenido una familia.  Una esposa con dos hijos. No la debió cuidar demasiado (al menos eso se reprochaba a sí mismo) porque un día su esposa marchó con otro hombre que le aportaba lo que ella necesitaba.  Marchó con sus dos hijos al otro lado del Gran océano y nunca más volvió a verla, ni a ella ni a sus niños que ahora serían hombres.   No tuvo ninguna otra relación que fuera mas allá de esos club donde el amor es prestado y el tiempo siempre va en tu contra.  Nunca quiso soñar con otra familia ni con otra vida que no fuera la que tenía.  Había asimilado y aceptado la vida solitaria y un tanto huraña.

Ella en cambio había tenido mas relaciones de lo que le hubiera gustado tener, se cansaba pronto de los hombres que conocía, quizá porque ninguno alcanzaba la madurez necesaria... Todos sus hombres fueron jóvenes, guapos y modernos, y todo eso era todo. No había más en sus cabezas que cierto egoísmo. Así que en cuanto pasaba un periodo de algunas semanas,  en cuanto descubría que ya no había más, se cansaba y los dejaba. Vivir sola no le preocupaba, en muchas ocasiones cuando pensaba en ello no era extraño sentir alivio de no tener que compartir los días con alguien que en el fondo no le importara demasiado.



La tarde de Nochebuena los nervios se apoderaron de ella.  Los descubrió en pleno baño de espuma, y lo confirmó cuando se cambió de vestido tres veces.  Al final de decidió pon el negro con pequeñas pedrerías plateadas en el escote. Era muy corto y dejaba a la vista las medias de cristal negras, los zapatos de gran tacón con pedrería  venían fantásticos para llevarlo con el estrecho vestido. Se sintió aliviada a ver que le quedaba perfecto.  Se puso los únicos pendientes de oro blanco que tenía y se maquilló discretamente, lo justo.
Subió con la tarta de arándanos y una bolsa de papel con algo en su interior.

.

Al abrir  la puerta el aromas del perfume de Pablo fue lo primero que me llegó, antes que su saludo, antes que su beso en la mejilla.   Me sorprendí al ver cuatro cubiertos en la mesa deliciosamente decorada.  Al colocar la tarta en la encimera de la cocina Pablo me dijo que había invitado a los del segundo. Esta tarde al bajar para comprar unas cosas de última hora los escuchó hablar; no habían podido ir al pueblo a causa de los cortes de carretera, Pablo le dijo que íbamos a pasar la noche juntos y que nos encantaría tener compañía. Me sorprendió aquel gesto, para nada lo hubiera imaginado. " ¿ Qué traes en la bolsa?"  Me preguntó con intriga contenida.  "Luego lo veras... es para ti"   Me tomé cierta licencia para dejar la bolsa en su cuarto, junto a la puerta para no entrar del todo.
En ese momento llamaron los vecinos.  elegantes y perfumados, con algunos platos entre sus manos que dejaron en la mesa tras los saludos.
Matilde echó un vistazo rápido al salón. Todos los papeles y desorden de la zona de trabajo había desaparecido. Alfredo el marido, agradeció de nuevo la invitación y colocó el la mesa un par de botellas de vino.
No tardamos  en sentarnos a la mesa, brindamos y charlamos  de los acontecimientos socio-económicos del momento.  Los hombres hablaron de sus trabajos y Matilde se interesó por mi estado de salud, le conté el momento del accidente y todo el "calvario" que había pasado hasta encontrarme al 100% como estaba en estos momentos, Pablo estuvo atento en gran parte de esa conversación. De muchos de los detalles se enteraba en ese momento.
Alfredo puso música, dejamos la tarta para más tarde, habíamos comido demasiado. Me sorprendió lo buen cocinero que resultó ser aquel hombre. Matilde se abrazó a su marido y bailaron juntos. Alfredo no era buen bailarín y por su actitud tampoco era algo que le entusiasmara pero daba lo mejor de él para agradar a su  esposa. "Animaos " Exclamó divertida Matilde.
Me acerqué a Pablo y le cedí mi mano invitándole a echar un bailecito, y que conste que no había bailado así en plan agarraitos más que en un par de ocasiones en alguna fiesta de universidad.
Pablo estaba achispado por el vino, sus mejillas estaban enrojecidas. Me abracé a él y sin que nuestros amigos me oyeran le dije al oído "No tengo ni idea de bailar esto"  "Yo tampoco, debemos parecer dos patos despistados"  Reí a carcajadas y Pablo también rió, contagiado de mi incontrolable risa. Aquella vez fue la primera que vi reír a Pablo, y me gustó el sonido de esa risa y los hoyuelos que se le formaron, como si fuera un tesoro que perduró en el tiempo  e hiciera recordar el niño que llevaba dentro.    Después de los primero momentos desastrosos encontramos espontáneamente una coordinación que nos hacía pasar desapercibidos, su perfume me gustaba, y me gustó sentir el calor de su cuerpo, sus manos agarrando mi cintura y que de vez en cuando las moviera en forma de caricia.

Alfredo abrió el champán y llenó las copas "Brindemos por los amores de siempre y por los nuevos amores"  "Eso eso Chin chin" le siguió su esposa.
Yo no me vi con fuerzas para explicar que no había relación alguna, y que en  verdad eramos unos desconocidos y que lo único que podía haber entre nosotros era un proyecto de amistad.  Él tampoco dio explicaciones, se limitó a brindar y charlotear con su vecino.
Bebimos, nos comimos la tarta, bebimos, bailamos, charlamos, bailamos bebimos, bebimos, bebimos...

"Creo que deberíamos irnos ya" Dijo enfadada con su esposo en el justo momento que Alfredo todo beodo se vertió la copa de vino en su camisa de seda.
"PerO si eStamos eN lo meJor de lA nocheEEEeeee"  Dio algunos tumbos tropezando con las sillas.

Tras varios improperios,  palabras de enfado y alguna queja malsonante  el matrimonio marchó a casa, Martilde agradeció todo y pidió disculpas por el comportamiento de su marido. Hombre que apenas bebía y que aquella noche el alcohol le había ganado la partida.

"Madre de Dios. Menudo cebollón..." Murmuró  Pablo justo al cerrar la puerta.
"Espero que pueda dormir"  Dije pecando de ilusa
"Dormir???  Ese va dentro de un rato al baño."
"Waaaa, que horror....

...

-¿ Quieres la última copa?
- Nooo... yo también he abusado del alcohol. Recogí los vasos y los puse junto al fregadero.  Pablo también recogió las botellas y puso algunas sillas en su sitio.

Yo cogí un vaso con agua y él se quitó los zapatos.

-Gracias.

- Porque?. Noté mi sonrisa tonta causada por el vino

- Por esta noche. Si no hubiera sido por ti hubiera pasado una noche horrible llena de tristezas y viejos fantasmas.

- Ha sido buena idea eso de invitar a los vecinos, ha habido momentos chistosos...

- Si... ahora no lo estará pasando tan bien...

-pobre...

- Y mi regalo, me lo vas a dar ya o no?

- Verdad!!! lo olvidé.   Di una carrerita lo suficientemente rápida para no caer con los tacones y le di la bolsa que no tardó en abrir.

- ¡¡ Una bufanda!! ... y echa a mano... bueno, bueno... que sorpresa, nunca hubiera dicho que alguien tan sexy supiera tricotar tan bien.  Gracias, es muy, muy bonita.  Siento no haber caído en la idea de comprarte algo. No lo pensé. Lo siento.

- No importa de verdad. La hice en los días del temporal, me sirvió para no aburrirme en exceso.

Decidí quitarme los zapatos en ese momento. Sentí un alivio indescriptible.   Pablo se levantó fue al cuarto y me dejó sus zapatillas, no quería  que me constipara.  Introduje mis maltrechos pies en unas zapatillas enfundadas de lanita, suspiré y sonreí, "como sois las mujeres, si os es tan incómodo porque os lo ponéis"  "Hacía meses que no me los ponía, pero esta noche es especial"  acaricié mis tobillos. "Si quieres te puedo dar un masaje"  "¿ Sabes dar masajes?"  "Claro, soy el campeón de masajes de pies"
Volví a ver los hoyuelos en sus mejillas.  La  verdad es que no sé si era el campeón pero mis doloridos pies agradecieron el gesto y en pocos minutos sentí gran alivio.
La alarma del despertador sonó en ese momento.
 Era la siete de la mañana, la hora que Pablo se levantaba habitualmente.

- ¿ Te quedas a dormir?

No dije nada. Asentí con un gesto divertido.

- Pues vamos. Estoy agotado.  Bostezó.

- Voy al baño a desmaquillarme, vale?

-Claro!!



Cuando salí del baño pocos minutos después, Pablo había recogido prácticamente toda la cocina. Me hizo gracia verle con la bufanda puesta mientras se movía de un lado a otro.

- Te dejé un pijama limpio sobre la cama.
No dije nada, yo... yo no dormía nunca con pijama, en estas fechas de más frío me ponía alguna camiseta, pero la verdad es que toda la ropa me molestaba dentro de las mantas.    Opté por ponerme sólo la parte superior del pijama, de otra forma no iba a conciliar el sueño.   Cuando Pablo llegó  al dormitorio yo estaba sentada en la cama, leyendo un poco de un libro que había sobre la mesita.

- Esta muy bien, ya mismo lo termino, si te apetece puedo dejártelo.  Apagó la luz del dormitorio.

Me pareció extraño y más aún sabiendo que estaba leyendo el libro.  Encendí la lamparita  de la mesa junto a la cama, dio una tonalidad anaranjada a la  habitación.

- No sabía que lado prefieres.

- Ah, me es indiferente.  Dijo mientras se quitaba los pantalones y los colocaba en un taburete que había a unos centímetros de mí. Noté un titubeo al quitarse la camisa.  Aunque había poca luz pude ver como una gran cicatriz en la cadera quedó al descubierto.

- ¿Que te pasó Pablo?

Se pudo una camiseta blanca rápidamente, se pasó la mano por inercia por la cicatriz y me contó que hacía ocho años hacía footing, era invierno y las calles estaban nevadas, resbaló y se rompió la cadera... odiaba la nieve... odiaba aquella marca en su cuerpo que le recordaba tantos días de pesadilla, tanto dolor, tantos días de hospital y operaciones....

Pablo se metió en la cama y yo también. Dejé la luz de la lamparita encendida.  Me sentía achispada y temía que a oscura empezara a darme vueltas la cabeza.  Nos quedamos en silencio. Descansado.
Él miraba al techo, pensativo, Yo girada a  su lado comenzaba a sentir los ojos pesados.
La luz del día comenzaba a entrar  por las rendijijllas de la ventana y algún pajarito canturreaba en el  alfeizar de alguna ventana cercana.

- Si hacemos el amor ahora nos perderemos muchas cosas.

- Lo sé.

- No quiero perdérmelas.

- Yo tampoco.

Me pasó la mano por mi mejilla acariciándola. " Nunca hubiera imaginado que esta noche terminaría así, me siento feliz"
Me  acerqué a él y me acurruqué, acaricié su cadera y las yemas de mis dedos sintieron la  rugosidad y  desnivel que  la cicatriz provocaba en la piel.  Me acurrucó y en algún momento me venció el sueño.


.


Al despertar prácticamente no nos habíamos movido,  el reloj despertador marcaba las tres de la tarde. Me moví, estiracé mi cuerpo y Pablo se despertó. "buenos días"  Estaba despeinado y la barba había crecido en las horas de sueño,  "Wua... que pereza levantarte " .
"sabes una cosa... está nevando, otra vez.  Que te parece que nos quedamos aquí todo el día, todos los días... hasta que llegue la primavera"
"pensándolo así no suena mal... "  Me agarró de la cintura y me acercó a él.
"Nos llamarían los chiflados del ático"
"Si, daríamos mucho que hablar"
"Bueno, ya vamos a dar que hablar, Matilde se encargará de dar el parte"
"Qué mas da..."

Noté sus nervios segundos antes de besarme. un beso corto, de tanteo, seguido de otro suave, lento, sin prisas ni arrebatos...


...


Aquella mañana nos levantamos y yo marché a casa, y seguimos nuestras vidas,  nos veíamos a menudo, me gustaba  verle llegar a eso de las cinco, lo saludaba con un beso, él me daba su  mano  y pasábamos el resto de la tarde juntos, hablado, viviendo, conociéndonos...  Meses después la primavera llegó  y entre tantos días encontramos momentos para conocernos a la perfección.  Nos convertimos en pareja.  Pero....  esta historia, nuestra historia no tiene final de cuento,  él nunca  quiso soñar con otro familia ni con otra vida que no fuera la que tenía asimilada, era un pensamiento que nunca le abandonó, ese sexto sentido que nunca falla.     Y yo...  soy como soy, no es escusa...  tardé más de lo habitual eso si...  hubo un día que me cansé... lo dejé, volví a mi piso, a mis horarios, a mis normas... la cosa es que me gusta, incluso puedo decir  sin miedo a equivocarme que lo quiero, pero hay algo dentro de mi que no me deja quedarme,  no me gusta dar explicaciones, decir donde voy ni a la hora que volveré....  y cuando llega ese momento sólo pienso en escapar...  esta vez es distinto porque aunque vivamos separados me gusta verle llegar, me gusta saludarlo, me gusta subir al ático a horas introspectivas como felino nocturno y hacer el amor de forma furtiva despertando siempre en mi cama. 
Él lo acepta y puede que sea eso lo que me hace volver, incluso a veces pienso que nunca me alejaré de él demasiado. Porque hoy es mi faro. Porque hoy ya no es el hombre triste.







jueves, 18 de diciembre de 2014

El hombre triste ~2~



El Temporal remitió.  Aunque había dejado de nevar la temperatura bajó drásticamente. Podría haber salido de casa pero la pereza se apoderó de mi además de que a mis huesos no le apetecían  pasar frío. No tenía que comprar más comida de la que ya tenía almacenada ni regalos... sólo iba a hacer un regalo y lo hice en los días de encierro.

María, vecina del primero, abuela de cuatro nietos llamó al timbre de mi casa la mañana de la víspera de nochebuena.

- Ay muchacha perdona mi abuso de confianza, mañana vienen todos a cenar y no encuentro tu receta, la del pastel de arándanos...

- No se preocupe María....   Cogí la chaqueta, las llaves de casa y bajé con ella al primero para hacerle la tarta, María me pedía constantemente perdón por hacerme trabajar y yo le expresé la verdad, que estaba encantada de poder hacer algo útil. 

Pasé toda la tarde con ella, es una de esas personas amables y encantadoras,  te hace imaginar porque la gente quiere tanto a las madres...

Cuando llegué a casa era primera hora de la noche, tenía sueño y el anís que me tomé no me había sentado especialmente bien, no me gusta esa bebida pero María se empeñó en tomar una copita y no se la quise despreciar.     Al entrar en casa tropecé con un papel tras la puerta.

"He bajado para asegurarme
 de que vas a venir mañana,
 lo comprenderé si te ha
 surgido otro compromiso. 
 Un Saludo...    
Fdo: Pablo"

Subí al ático.Quería confirmar inmediatamente que mi palabra seguía en pie. Que mi único plan era esa cenar  con su compañía.

Al abrir la puerta me sorprendió su dejadez, tenía la apariencia de no haberse peinado, ni afeitado, incluso podría asegurar que había dormido con ese chándal azul marino  (odio ese color).

- ... Viste mi nota...

- Si...  No estaba muy lejos, bajé al primero, María necesitaba ayuda en la cocina y fui ha echarle una mano.

- La de los cuatro nietos.

- Si.  -Hice una mueca de sonrisa porque pensé que no le gustaban los niños-.  Que no te preocupes que vendré a cenar,  no tengo un plan mejor que este. 

- ¿ Quieres entrar?  - se echó a un lado para dejarme paso-.

- Bueno... - en ese momento me volvió el sabor a anís a la boca, y dudé-  esta bien, pasaré un rato.

Planeamos la cena. Él dijo que lo prepararía todo. Yo llevaría el postre.

Tenía todo organizado a la perfección excepto el espacio del ordenador. Era desde donde estaba trabajando en estos días de "encierro". Mil papeles, post-it y libros inundaban aquel espacio.  Me pregunté como podría trabajar y encontrar algo en aquel montón desordenado.  Después pensé que sería una de esas personas que tienen controlado todo y si le mueves un papel de ese caos lo sabría tan pronto se sentara frente al pc.


- ¿Quieres tomar algo?

- Un vaso de agua por favor.  Le expliqué lo de mi desafortunado chupito de anís.  Me senté en el sillón. Bebí un poco de agua.  El hombre triste se sentó a mi lado.  Su rostro parecía mas envejecido que de costumbre pero hablaba sin parar, desde que me vio en la puerta no se dio un respiro, habían sido demasiadas horas en soledad hablando consigo mismo. Sólo paró un instante para buscar una postura aún más cómoda, se hundió en el sofá, suspiró... y entonces las campanas de la catedral sonaron,  nuestras miradas se cruzaron, así de repente, fue como encontrar un refugio inesperado, como quitar las cáscaras de falsos ideales,  como encontrar un nuevo manantial de donde nace un nuevo río, un río que nos lave, que nos sacie,  que nos lleve...

- ¿Qué ha sido eso? Preguntó Pablo en un alarde de seguridad.

- No sabría decirte lo que ha sido.  -Terminé el vaso de agua y me levanté para marcharme, al fin de cuentas sólo subí para confirmar nuestra cita de mañana por la noche-.

Pablo me acompañó hasta la puerta, tuve que esperar a que se adelantara para que abriera el pestillo. Entreabrió la puerta "Entonces hasta mañana" dijo a la vez que  una mueca en su rostro recordaba a un esbozo de sonrisa.
Justo en ese momento pensé que nunca había besado a un hombre mayor, bueno mayor....  con cierta madurez.  Fue uno de estos pensamientos míos a los que le doy poco margen para meditaciones.
Cerré la puerta y estirando mi cuerpo al máximo sin llegar a ponerme de puntillas mis labios llegaron a los suyos. Pablo era un hombre alto, no muy delgado, con los ojos marrones y las manos grandes. Sentí la rigidez de sus labios causada por la sorpresa, fue un simple beso, volátil, ligeramente húmedo a pesar de nuestros agrietados labios maltrechos por las temperaturas.

"Hasta mañana"  dije a la vez que yo misma abría la puerta y dejaba anclado al suelo un Pablo tan sorprendido que tardó más de un minuto en cerrar la puerta.

No sé lo que a él se le pasaría por la cabeza en estos momentos y más después de este arrebato mío. Yo estaba ansiosa porque llegara la noche siguiente. La noche de nuestra cita.










martes, 16 de diciembre de 2014

El hombre Triste



Así era como solía llamarle...
Porque desde que llegué a este edificio nunca le vi sonreír.

En Septiembre tuve un accidente de tráfico y aunque no fue grave,  me ha mantenido en casa desde entonces, sólo salgo por la mañana a rehabilitación y algunos fin de semanas a los eventos que preparan mis tres amigas.  Aunque debo decir que desde hace un tiempo andamos despegadas, no sé porqué simplemente estamos en esa etapa que cada una va a lo suyo.

El hombre triste llega a primera hora de la tarde, evita el ascensor, sube las escaleras con parsimonia, peldaño a peldaño, cansado, como si cada paso aspirara a ser el último para hacerlo desplomarse escaleras abajo.  Y nada tenía que ver  con la edad, porque aunque no se venía demasiado joven tampoco era un anciano.  Podría decirse que era de edad madura.
En estos meses me lo he cruzado mil veces y en esos mil saludos nunca esbozó una mueca en su rostro. 

Faltaba menos de una semana para nochebuena.  Todas las familias del edificio preparaban los adornos y las compras de esa noche, los niños le daban al cartero las cartas  para Santa claus... 
Mi familia era una de esas que llaman desestructuradas. Mi padre no fue un hombre bueno. No me apetece recordar.... ustedes sois listos y sabréis leer entre líneas, así que no tengo hogar donde ir esa noche. Siempre hay algún amigo que me invita a su hogar, pero la verdad es que cada año por estas fechas me llega la misma sensación de querer quedarme en casa, ignorando la fecha, ignorando los turrones, los árboles navideños y los regalos... pero es muy difícil, muy difícil...


En eso estaba pensando cuando el hombre triste volvió a pasar por mi lado y me saludó como cada tarde. Añadió un "hace frío hoy" a sus buenas tardes de rigor. Le facilité el parte del clima así, sin pensarlo mucho. Bajarían las temperaturas y con toda probabilidad nevaría.  En nochebuena pisaríamos nieve. Y entonces en un alarde de negatividad expresó mientras subía las escaleras.... "Que horror, odio la nieve, en cuanto caíga el primer copo de nieve no asomo la nariz más allá del portal"
A mí me pareció horrible que hubiese alguien que no le gustara la nieve. Pero aquellas palabras salieron del hombre triste y no podía esperar otra cosa de él.  Desapareció  por las escaleras.  Entró en su casa y tal como anunció tan pronto cayó las primeras nieves, a él no se le vio más.

Los días fueron pasado y el temporal no remitía, para el fin de semana a cuatro días de la nochebuena la cuidad ya estaba colapsada y las autoridades aconsejaron no salir de las casas si no era preciso. 
 Yo dejé de ir el Viernes a mi rehabilitación. El fin de semana lo pasé en casa, viendo televisión, en la web, deambulando por el piso sin saber que hacer, mirando por la ventana, tumbada en el sillón con la manta y la calefacción a tope.  Lo imaginaba un par de pisos por arriba del mío, en un ático que conocía bien porque allí vivió mi amiga Pepi, allí estaría solitario, silencioso, maldiciendo la nieve, la navidad, el mundo... como un ogro en su cueva... después pensé que yo no estaba más acompañada ni mas habladora que aquel tipo.

El Sábado en la noche, sobre las 10  a causa  del agotador día sin hacer nada  especial más que escuchar los repetitivos partes meteorológicos tuve la necesidad de hacer algo, de salir de mi piso. Cogí una botella de licor y subí  las escaleras desbocada, mas deprisa de lo que mi fisio me hubiera recomendado pero tenía prisa por llegar a ese ático....


Abrió la puerta llamativamente rápido, como si hubiera estado tras la puerta esperando la llamada de alguno de los vecinos.

"Ah eres tú" sonó a desilusión.

"¿esperas visita ?"  sonó a metomentodo.

"No... ¿ Ha pasado algo?  ¿Qué querías?"


El pimer impulso fue de dar media vuelta y volverme a mi pisito, con mi manta y mis partes meteorológicos. Pero me quedé allí plantada... y le dije  " Llevo dos días en casa, necesitaba salir un rato y los demás tienen demasiado ajetreo estos días.  Me preguntaba si necesitabas algo, hace días que no te veía ..." Empecé a divagar y a dar demasiadas explicaciones.

" La verdad es que me vendría bien un licorsito y charlar un rato"  Abrió la puerta para que entrara.

Cuando bajaba las escaleras sobre las cuatro de la madrugada aún tenía los efectos del licor,  había sido una agradable velada, donde ambos abrimos nuestras vidas y nos lo contamos casi todo.  Y no sólo estaba contenta por saber que el hombre triste tenía una vida llena de historias,  sino porque este año  no sería la añadida a la familia de turno, que me invitaba por cierta caridad,  sino que este año lo celebraría con una persona tan solitaria como yo misma...   si. Esa persona no era otra que el hombre triste.






sábado, 13 de diciembre de 2014

Turbulencias ~3~



La mañana llegó más rápido de lo que a Jimmy le hubiera gustado. Despertó  con la voz del padre de Meli, que en pie como un guerrero Sioux lo reclamaba a los pies de la cama.

- Eh muchacho, levanta el culo que tenemos un tema pendiente.

 Al asegurarse de que el muchacho abría los ojos desapreció escaleras abajo.

Cuando llegó a la mesa Charlotte le dio los buenos días con una amplia sonrisa y él pensó que sería buena idea darle un cariñoso beso. El "guerrero sioux" lo miró apretando los labios justo antes de dar un sorbo a su café. 

"Jimmy, me querrás acompañar a la zona de comercios donde estuvimos ayer, quiero comprar el periódico antes de marchar a casa"

"claro"

"Iría solo pero temo perderme callejeando, y perder la mañana por uno de mis despistes" Recalcó el hombre levantándose en señal de que no quería perder el tiempo.

Las chicas estaban encantadas de que los dos hubieran encontrado una buena conexión... Y eso que era un hombre de lo más tiquismiquis para la gente en general - apuntilló la madre de Meli hablando de su esposo-

...

Anduvieron varios metros por las frías calles camino a ninguna parte, porque los dos sabían que eso del periódico era una escusa para escapar de la vista de las "Angelicales féminas".


-Mira... Jimmy... Ya voy a hacer abuelo por culpa del "bala perdía " de mi hijo y no quiero que mi niña sea la próxima victima de un tipo sin escrúpulos que se mete en la cama de otra mujer, teniendo a su novia en la habitación de al lado y menos aún consentiré que esa otra sea mi Meli. 

- Perdóneme pero creo que se ha confundido y es lógico porque el momento daba la impresión pues que su hija y yo  pues no sé... la verdad es que no sé que es lo que creyó ver...

- Muchacho, no nací ayer, mis ojos lo vieron claro... y no creo que haya que reproducir ese momento en voz alta. Y que conste que he sido joven y he tenido mis cosas pero muchacho esta desvergüenza no es digna de mi Meli, ella es una niña educada y sensible.

- Lo sé, es una muchacha muy especial. Expresó Jimmy pensando que estaba siendo mas liviano de lo que había pensado.

- Tú eres un tipo listo, este año terminarás la carrera y serás un abogado respetado, tu futuro comenzará entonces y no creo que a tu Charlotte le gustara saber que andas asaltando camas...     créeme cuando te digo que no voy a consentir que engañes a mi  niña, ya sufrió lo suyo cuando aquel capullo la dejó por una de esas alocadas que fuman cosas raras.      Ella vale mucho. Charlotte es una buena chica. Las dos se merecen mucho más que un listillo que se divierte con ellas para vivir de gorra en la casa que pagan ellas.

- Mire.... yo... yo...

- Bueno, esto no tiene que ir a mayores, voy a estar atento a tus movimientos y como vea que esto perdura, tomaré medias...

En ese momento "presionó el botón del pánico". Estaría atento a sus movimientos, tomaría medidas... de pronto pensó en sus trapicheos, en sus negocios y en esa recompensa a lo Jesse James que mantenía la facultad.  Había visto en más de una ocasión  como una estupidez ajena al delito hacían desplomarse grandes imperios al margen de la ley, le pasó al mismísimo Al Capone.    De pronto asimiló la situación.  Se arriesgó a poner la problemática del amor en primera línea de aquella conversación.

- Yo... Yo es que las quiero a las dos. Y siendo sincero debo decirle que no podría desprenderme de ninguna de ellas. 

El padre de Meli paró en seco en mitad de la acera a escasos metros del quiosco de prensa.

- Aaaaah, claro, claro, era eso....  pretendes meter a mi niña en una relación de esas de película francesa, no?  Crees que eres el único tipo tan magnífico como para tener dos mujeres en tu vida.  Todos hemos mantenido en algún momento de la vida algún escarceo, alguna historia paralela,  pero cada una estaba en su lugar.

- Yo no quiero tener en la sombra a ninguna de las dos, yo quiero ser el compañero de las dos.

- Aaaaah, vale, a las bodas, bautizos y comuniones irías con las dos,  tendrás hijos con las dos, y mis nietos vivirán en una especie de comuna de letrados.... Esto es peor de lo que me imaginaba,  hijo... la juventud de hoy habéis perdido el norte.  Porque claro ahora doy por echo de que mi niña y Charlotte son partícipes de todo este despropósito... 

Jimmy mordió sus labios agrietados por el frío invernal. Y respondió con una afirmación.

El hombre se quedó en silencio. Compró un periódico y un paquete de cigarrillos que le dio a Jimmy. Éste no tardó en abrirlo y fumar su primer cigarro del día.
El camino de vuelta fue angustiosamente silencioso.

Cuando  entraron en la casa su esposa ya estaba preparada para salir de viaje vuelta a casa.  El hombre abrazó a su hija y le dijo algo al oído, algo que hizo que Meli  mirara a Jimmy de forma automática. Se despidió de Charlotte y después de Jimmy con un fuerte apretón de manos.

y se marcharon...






Charlotte volvió a lo cotidiano,  Meli aún emocionada por la visita de sus padres deambulaba por la casa sin saber exactamente que hacer.
Jimmy se quedó junto a la chimenea, extrañamente silencioso.  Fumaba un cigarro hipnotizado por el crepitar del fuego.
Meli se sentó a su lado y comentó en voz alta sus pensamientos.

- Que le has dicho a mi padre.

- La verdad.

- ¿LA VERDAD ?  ¿ Y que ha dicho?

- No sé, todo y nada. La verdad es que no sé si he escuchado amenazas o simples consejos. No he podido negar algo que vieron sus ojos,  estoy bien con vosotras os quiero y puedo mentir por cualquier cosa pero no voy a negar nuestro amor.

Meli se quedó callada, ocultando la personalidad de su padre para no preocupar a Jimmy. Ella sabía que la maquinaria de su padre ya estaba en pleno funcionamiento y si Jimmy tenía algo que ocultar o algún "trapo sucio" lo encontraría y esa información la utilizaría a su favor.

Las chicas intentaron animarle, pero él estuvo decaído y ausente todo el día. Por la tarde sacó su bloc de dibujo y estuvo creando una de sus historias de cómics.  Era su forma de evadirse. Plasmaba en aquellas historias y personajes todo lo que le bloqueaba en la vida.
Las chicas después de cenar  dijeron que irían al dormir, Jimmy las ignoró y se quedó junto a su fiel amigo, su perro Newman, a oscuras en el salón, sólo con la luz de la lumbre. Allí  se quedó dormido.

Al despertar de madrugada, el fuego ya era rescoldo y el frío se había incrustado a su cuerpo, acarició el lomo de Newman y subió al dormitorio para taparse con las mantas.    Se quitó los pantalones pero se dejó la camiseta, era mucho el frío que tenía.  La luz de las farolas de la calle hacía que tuviera la luz suficiente para llegar a la cama sin tropezar. Las chicas estaban en la cama, cada una a un lado, dejando un amplio espacio en medio para cuando él llegara.
Se introdujo en el lecho y durmió.



En la mañana siguiente las chicas volvieron a la facultad, él prefirió ir un poco más tarde.    El teléfono sonó y Jimmy lo cogió rápido.

- Dígame.

- Hola Carmelo.  Sabrás quien soy. Ayer tuvimos una apasionante  y bonita conversación sobre amor y relaciones. Dado que mi hija te ha elegido a  ti como pareja y la experiencia me dice que no debo ni intentar aléjala de ti porque conseguiría el efecto contrario.  Te diré algo, sólo una vez...

Los pies de Jimmy se quedaron clavados en el suelo, en 24 horas lo sabia todo. Supo que la cosa iba en serio cuando lo llamó Carmelo.  Sólo con eso le hubiera bastado para saber que lo tenía cogido por los "kinder".
Aquel día fue a la facultad. Entró en las clases y se integró en ellas como hacía años.

Lo que hablaron en aquella llamada de teléfono nadie lo sabe salvo los dos interlocutores. Pero después de ella hubo un cambio drástico en el mundo de Jimmy.   Se podía resumir claramente en que ya no hubo más trapicheos, todo lo que consiguió fue a base de verdadero esfuerzo.
Acabó la carrera, se licenció y a los dos años  trabajaba en un discreto bufete.  La vida transcurrió  con sus soles y sus nublado...




Jimmy llegaba a eso de las ocho a casa.  Al entrar en el descansillo siempre tenía el ritual de quitarse los zapatos y toda la ropa de abogado estirado.  Le gustaba llegar a casa y descubrir que sus mujeres también habían llegado de la dura jornada laboral.   Se saludaban, se contaban un rápido resumen de los acontecimientos mas destacables del día, cenaban y veían un rato televisión para irse a dormir rápido. El nuevo día llegaba demasiado rápido. Les gustaba planear viajes para las vacaciones más cercanas y siempre sacaban algún tema para reír un rato.
Le gustaba su hogar y todo lo que había en el.  Se había convertido en un hombre respetado y muy bien remunerado.  A lo largo del día, en no pocas ocasiones le ofrecían en bandeja de plata mil tentaciones para llevar una vida torcida. Pero él conocía los riegos, sabía que al final todo se desmoronaba...  prefería sin duda una vida tranquila, sin miedo a que la máscara se caíga en un descuido.
Prefería luchar por aquel loco triangulo, en su pequeño hogar alquilado, allí donde la inocencia vino a morir...








miércoles, 10 de diciembre de 2014

Turbulencias ~2~


Resultó que los padres que echaban mucho de menos a su encantadora y cariñosa hija decidieron hacer un viaje de ocho horas para llevarle algunas cosas que sabían que le gustaba a su niña y para anunciarle en persona que su hermano pequeño se casaba, había dejado embarazada a su novia con la que llevaba  apenas un par de años de relación... y no era de recibo que ante tal  entuerto no se tomara otra opción que el matrimonio.

Menuda estupidez.... Pensó Jimmy mientras asentía dando por echo que no cabía otra posibilidad.

Para el medio día ya tenían preparado un buen almuerzo, el día era soleado y a esas horas centrales aprovecharon la mesa del jardín.  Newman estuvo raro todo el tiempo. tumbado en un rincón a pleno sol, calentando su cuerpo canino.   Entablaron conversaciones amables sobre las mascotas, la gastronomía, la pesca y los asuntos de la Universidad.   Jimmy permaneció alejado de Meli todo el día, se acercó un par de veces a Charlotte en actitud cariñosa para que los padres de Meli confirmaran esa relación tal y como había anunciado en su presentación aquella mañana.

La sobremesa fue lo más pesado, ese era el momento en el que Jimmy le gustaba relajarse, en cambio aquel día tuvo que conformarse con el café con pastas. Charlotte lo miraba con cierta sorna, porque lo conocía lo suficiente como para adivinar sus pensamientos.
Las chicas se asombraron al escucharle decir que se quedaran aquella noche, no podían volver a casa después de un viaje tan largo.  Al padre de Meli le gustó la invitación, lo vio razonable.
La tarde, al saber que se quedaría a dormir,  fue mas distendida, Jimmy y el padre se fueron a los alrededores del barrio para estirar las piernas y tener la escusa perfecta para hablar de cosas de hombres; fútbol, mundo del motor y documentales varios.... 
Ellas en cambio permanecieron en casa hablando cosas de la familia, fue una verdadera sorpresa ver dentro del baúl que bajaron del maletero del coche su máquina de cocer. Optaron por dejarla dentro del baúl para que cuando llegara Jimmy lo bajara al sótano, donde había mas espacio para guardarlo.

Las chicas preparaban las habitaciones, colocaban sábanas limpias en las  camas.  A la madre le sorprendió que los tres tuvieran camas grandes, de matrimonio. Charlotte dijo que eran las camas que había cuando alquilaron la casa, cosa incierta pero la madre creyó en su palabra.
La mujer bajó las escaleras con cuidado y en un gesto de ayuda se dirigió a la lavadora y sacó las prendas para tenderlas, las colocó en un cesto y salió al jardín. Fue colocándolas perfectamente alineadas por colores y tamaños, eran muchos años de experiencia los que tenía.

Las chicas bajaron raudas para impedir que tendiera la ropa, había algunas no aptas para ojos pudorosos, pero  la mujer insistió y las chicas se sentaron en las sillas del jardín comentando que los hombres ya tardaban en llegar.

-Huy que delantal mas gracioso, pero está pintado a mano verdad?
- Si, me lo regaló una compañera de clase, cuando les dije que alquilaba casa me regalaron muchas cositas.

Meli la miró con la cabeza ligeramente inclinada, sorprendida por su capacidad de reacción. Charlotte evitó cruces de miradas y acarició a Newman que llevaba rato a sus pies.  Las dos chicas tuvieron la misma imagen en sus cabezas, ese delantal lo pintó Jimmy y sólo se lo ponía Jimmy, cuando estaban de exámenes o tenían que entregar algunos de esos trabajos trimestrales, cuando sólo salían de sus respectivos cuartos para ir a la universidad o comer un bocadillo, cuando las veía tan agobiadas que casi no hablaban de otra cosa que asignaturas, trabajos y notas finales, Jimmy se colocaba el delantal sin ninguna otra prenda,  se dirigía a cada uno de los cuartos que se convertían en búnkeres intelectuales y les llevaba un café o unas tostadas, se plantaba allí,  se paseaba de un lado a otro y hasta que no despegaban la mirada de los libros para dirigirlas a él no descansaba.
Siempre llegaba el momento en que tenían que parar para beber el café o comer el sandwich que les llevaba para que no desfallecieran.
Charlotte lo miraba como ausente, dando sorbos cortos y reclinada en su silla, él buscaba alguna escusa  para ir a otra parte del cuarto y dejar a la vista su suave y delicado culito. Charlotte miraba de reojo los apuntes, miraba de reojo a Jimmy y su delantal.

- Está agobiada? ¿quieres que te pase algunos datos, algún trabajo? Ya sabes que puedo.
- No. Quiero aprobar por mis propios méritos.
- Bien... si apruebas tendrás tu recompensa. Dumbito te echa de menos...

Meli en cambio apartaba la vista de los libros tan pronto lo veía aparecer, le divertía muchísimo verle de esa guisa, él le dejaba el café en la mesa y ella de forma accidental levantaba el delantal para echar un vistazo a la cosita, sonreía con picardía a la vez que sabía que no podía perder el tiempo. Bebía su café mientras escuchaba comentarios de Jimmy.

- Si no te da tiempo te paso el trabajo que no llegues...
- Voy bien, sólo que me estreso cuando veo la fecha de entrega tan cerca....
- Cuando entregues todos los trabajos, nos relajaremos todos, Dumbito también está estresado, mira, te echa de menos...





La cancela del jardín se abrió, el padre de Meli y Jimmy llegaban justo para la cena y dormir. El ambiente distendido y familiar hacía que todos se sintieran cómodos, el padre de Meli se tomó sus copitas tras la cena, quedaba claro que aquel paseo había cuajado y ambos mantenían cierta complicidad masculina. Jimmy lo cubrió cuando la madre de Meli recriminó a su esposo  que no era bueno que bebiera alcohol.  "sólo es un chupito, para entrar en calor" Tras esas palabras volvió a echarle un chorrito más de extranjis. Tampoco trasnocharon demasiado, el matrimonio a media noche se fue a dormir y las niñas  por cortesía también se marcharon a sus respectados dormitorios.
Fue Jimmy quien no pudo evitar pasarse por el agujero antes de ir a la cama,  que por razones lógicas debía compartirla con su novia Charlotte.
Cuando subió las escaleras, descalzo para no hacer ruido  el reloj marcaba la una de la madrugada pasadas. Un ronquido no demasiado exagerado salía de la habitación del matrimonio, Charlortte dormía plácidamente, no se percató de que Jimmy entrara y se desnudara quedándose en gayumbos para meterse en la cama. Iba a hacer un verdadero esfuerzo en irse a dormir a esas horas.  Se sentó en la cama para tumbarse pero en el último momento volvió a levantarse y paseó por el pasillo, los ronquidos aseguraban el sueño del padre de Meli.  Entró en el baño, hizo un pis. Salió y tuvo la idea de entrar un momento a darle las buenas noches a Meli.
El cuarto estaba oscuro, tropezó con algo que no identificó.  El ruido hizo que la chica se moviera, Jimmy se acercó a la cama, descubrió que ella se había despertado y en un susurro de lo mas tenue dijo   "pero que haces aquí"   " Venía a darte las buenas noches" "Bueno vale... ¿que vienes del agujero ¿no??"  "Si... tengo ganas que llegue mañana. Tenemos que recuperar el día de hoy"  "Venga Jimmy, vete a la cama"  "Vale me voy ya... " Le  dio un beso en los labios, otro, otro y otro.  Se levantó y se dio media vuelta para volver al dormitorio que le correspondía. Se quedó petrificado, si hubiera podido tener un poder extraordinario hubiera deseado que la Tierra lo hubiese engullido sin más... pero allí estaba, la luz del pasillo dejaba ver como la silueta del padre de Meli permanecía justo en la puerta del dormitorio de su hija.  Qué decir... qué hacer...
Jimmy salió al pasillo.

"no voy a decirte nada ahora muchacho, mi mujer está dormida y tu novia también, no creo que sean horas para montar espectáculo. Pero mañana tú y yo tendremos una conversación"

Lo escoltó hasta la habitación de Charlotte, entonces descubrió que los ronquidos persistían. La que roncaba era la madre de Meli.
Cuando se metió bajo el nórdico sintió un calorcito confortable, dando la espalda a la muchacha se acercó para sentir con más intensidad ese calorcito... Charlotte pasó su mano por el tórax de Jimmy, que no pudo conciliar el sueño pensando en esa charla que quedaba pendiente, no quería pensar en qué le iba a decir, lo dejaría venir y según lo que le dijera así actuaría.

Bastante rato tuvo pensamientos en forma de pesadillas...   al rato todos dormían.







domingo, 7 de diciembre de 2014

Turbulencias






Jimmy tenía una especie de recompensa tipo Jesse James. Meli y Charlotte lo sabían desde que lo conocieron en aquella fiesta de la Universidad el año pasado.
Era un hecho que Carmelo alias Jimmy tenía ciertos negocios con las ventas de exámenes y trabajos universitarios, incluso si era tu rollo,  aunque no era su negocio también podía conseguirte ciertas sustancias no recomendables para la salud.  Todos lo sabían pero había que pillarlo y él era un tipo listo. Los alumnos y compañero nunca lo delatarían y los profesores tenían que demostrar que no fuera un invento, había que demostrarlo  y eso no era fácil.

Durante aquel años los acontecimientos se enredaron lo suficiente como para que Jimmy viviera con ellas en su casita alquilada a  tiro de piedra del campus universitario. 

El puente festivo antes de Navidad llegó y como los años anteriores ni Meli ni Charlotte decidieron marchar a casa, era un largo viaje que las agotaba para en definitiva no hacer nada importante. Pasaban las vacaciones de verano en casa y ya se les hacía eternas, siempre alegaban a la familia que preferían quedarse para adelantar los trabajos del trimestre. La verdad era que las dos eran muy buenas estudiantes y no desaprovechan el tiempo, eran en los días festivos cuando se permitían divertirse y tener momentos distendidos para las risas y los placeres.

La mañana del primer día festivo fueron al centro de la ciudad a comprar un árbol para adornar el salón de su hogar, Newman, el perro de Jimmy las acompañó, nunca desaprovechaba la ocasión de salir más allá del coqueto jardín con mesita merendero y césped minuciosamente cuidado... 
Hacía  frío aquél día, le dieron a  Newman el tiempo justo para unas carreritas y  un pipi - caca rápido, cargadas  con el árbol llegaron a casa, el perro entró animado oliendo cada rincón de su territorio (el jardín ), las chicas entraron en casa y dejaron el árbol en el macetero lleno de tierra abonada, para que no se secara y poderlo trasplantar después de las fiestas en la sierra.  Vieron a Jimmy tumbado en el sofá con tan sólo lo pantalones de su pijama azul. Acababa de encender la chimenea y en el cenicero había ya más colillas de cigarro que de costumbre.   Las chicas se quitaron las botas y las chaquetas, se pusieron ropa cómoda, Charlotte no se quitó el gorro de lana, traía demasiado frío como para desprenderse de él.
" Que piensas hacer hoy" preguntó Charlotte a su amigo.
"No sé...  por la mañana espero a dos compañero para terminar un trabajo, por la tarde, nada... fumar, beber y hacer el amor si me dejan"

Charlotte  cogió uno de los cigarros y lo encendió.  Nunca había visto a Jimmy abrir un libro y menos aún haciendo trabajos con compañeros, aquellos compañeros eran clientes de alguno de sus servicios.
Llamaron al timbre en ese momento, Newman ladró con energía, Jimmy no se dio demasiada prisa en levantarse del sofá,  ninguna de las dos tenían  intensión de atender la puerta. Jimmy se levantó y se puso en pie, descalzo sobre al alfombra, "qué? Me dejarás o qué?"  allí plantado esperaba la respuesta de Charlotte, el timbre volvió a sonar...  "Si te portas bien y no haces el capullo seguro que si" 
"ponte las zapatillas, no andes descalzo que vas a coger una pulmonía" 

Salió por fin a atender a "sus compañeros", los atendió en un cuartillo fuera de casa, en el jardín, en el territorio de Newman que los vigilaba con las orejas gachas.  Estuvieron de cháchara un buen rato hasta que después de media hora los despidió con llamativa euforia.
Volvió a entrar en casa y pudo ver a las chicas en pleno montaje de adornos, inundada de plateados y dorados, bolas y espumillones navideños.  "Que hay hoy para almorzar"  Preguntó con los ojos muy abierto, y la mandíbula en constante movimiento.
"No sé tu sabrás, eres el encargado de la cocina hoy"  Charlotte miró con complicidad a su amiga Meli.

Jimmy, no se quejó, apenas balbuceo sus desganas, sabía por propia experiencia que tenía que portarse bien para no perder el día en estúpidos enfados. Entró en la cocina y trasteó durante un par de horas. Cuando salió de la cocina las chicas lo tenían todo recogido y apenas quedan algún toque final.
Él se acercó a la chimenea e introdujo un tronco más para que el fuego no se extinguiera.  Se fumó otro cigarro y bebió una cerveza a modo de aperitivo. Miraba a las chicas,  eran bonitas y lo que mas le enganchaba a ellas, divertidas y abiertas a casi todo.  Nunca tenía que escuchar paridas ni enfados, él solía portarse bien, tan sólo  un par de veces se le fue la cabeza  pero aquello quedó olvidado.

Meli se acercó a él con un espumillón plateado y se lo puso alrededor del cuello. Le cogió el botellín de cerveza y bebió un poco. "Que hay hoy de comer" Preguntó mirando el reloj. "spaguettis" Respondió mientras el botellín volvía a sus manos,  "¿Con verduras?" Volvió a preguntar la chica.
"Carbonara" Aclaró Jimmy. 
No tardaron en almorzar.  El postre fue la tarta helada que aún quedaba de días antes.  Lo metieron todo en el lavaplatos.  En lo que se parpadea recogieron todo y se vieron sentados en el salón, las chicas en ambos extremos del sofá y él en el suelo, junto a la mesita baja, abrió un cofre de madera y sacó una bolsita. "Yo voy a fumar... ¿os apetece, o me piro al agujero? " .
Las chicas le dijeron que no se fuera, era día de fiesta y no era día para estar en el agujero, nombre que utilizaban para hablar del sótano, donde Jimmy se refugiaba para tomar sus cosas y no impregnar de esos olores su coqueto hogar. 
Hablaron y bromearon mientras él preparó el cigarro, fumaron y bebieron, Jimmy no pudo evitar rendirse al sueño, su mente se evadía en algunos momentos que parecía quedarse ausente, después dormía, después hablaba sin parar sobre historias que resultaban difíciles de comprender para las chicas que por falta de costumbre y sabiendo que podía aguarle la fiesta evitaron probar demasiado ese humo embriagador... 
Cuando abrió los ojos, se vio sólo tirado en la alfombra junto a la chimenea, con un hilillo de saliva que salía por la comisura de los labios, se lo quitó con la palma de la mano a la vez que se incorporaba. "¿¿¿¿CHICAAAAAAS???"   Eran las ocho y media de la tarde, no creía que lo hubieran dejado solo. Se levantó y escuchó el agua de la ducha que rompía el silencio de la tarde. Subió las escaleras,  arriba estaban los tres dormitorios y un  cuarto de baño.  Aún con aturdimiento y la mente ralentizada pudo ver a Charlotte tumbada en la cama con el albornoz aún puesto, intuyó que se había duchado y al llegar a la cama y tumbarse se quedó dormida... Él siguió adelante, abrió la puerta encajada del cuarto de baño, el vaho empañaban los espejos, volvió a encajar la puerta, el agua de la ducha caía sobre el cuerpo de Meli... "¿Charlotte?"  la muchacha preguntó sabiendo que había escuchado algún ruido. 
Jimmy ya se había quitado lo único que portaba, su pantalón de pijama, se agarraba el pene mientras hacía un pis...  "siéntate Jimmy"  Le recriminó  Meli.   "Por los cojones me voy a sentar para mear"  "¿Que dices Jimmy?"  el agua de la ducha impedía escuchar con nitidez.
El hombre completamente desnudo abrió la mampara de la ducha y entró sin más. Se dejó enjabonar, se dejó lavar su cabello con champú para niños para que no escocieran los ojos con la espuma, mientras, la miraba sin decir palabra, acariciaba con sus manos los redondeados pechos de la chica, intentaba dosificar su excitación, la besó mientras dejaba que el agua de la ducha aclarara el cabello y todo su cuerpo, volteó a la chica y la abrazó por la espalda. Ella intuyendo sus intensiones cerró de golpe el grifo y abrió la mampara de la ducha para salir, No le gustaba hacer el amor el ducha, nunca le gustó.
A medio secar deambularon a trompicones por  el pasillo mientras se besaban, Jimmy al ver la dirección tomada paró y entre besos dijo "vamos con Charlotte, no quiero que se enfade" y volvieron al otro lado del pasillo con los mismos trompicones, desnudos e interrumpiéndose el paso por culpa de los besos.       Cayeron a plomo en el colchón y allí dieron rienda suelta a sus pasiones, a sus deseos mas primarios. Charlotte por incomprensible que pareciera estuvo un larguísimo tiempo dormida a lo largo de los pies de la cama, al  abrir  los ojos estuvo mirándolos un buen rato. Jimmy sabiéndose observado le sonrió y le guiñó un ojo. Sólo cuando Charlotte vio el momento adecuado se acercó buscando la boca, la lengua de aquel hombre, que era lengua de fuego...






A media mañana del día siguiente el timbre sonó...  Él abrió los ojos mientras volvió a escuchar de nuevo el timbre.   Estaba agusto allí, bajo el nórdico en medio de aquellas dos bellezas de chavalas, echó un vistazo bajo el nórdico deleitándose de unas deliciosas vistas. Ambas estaban exhaustas, dormían plácidamente.  Saltó de la cama y bajó a abrir, se puso el primer pantalón que vio y sin más abrió la puerta.
Un matrimonio ya de cierta edad esperaba inquieto en el jardín, el hombre miró de arriba a bajo a Jimmy que preguntó que deseaban.

" No sé si nos hemos confundido de casa, creo que no.... somos los padres de Meli"
aegggggeeaaaaa.  -sonó a gruñido-    si es aquí, perdónenme. Ella está arriba.... entren por favor... está en el baño... creo... soy Jimmy, novio de Charlotte, la amiga con la que comparte casa..
"Ya, si,..... " murmuró la madre mientras observaba el  orden de la casa.
"Subiré a decirle que están aquí, se llevará una gran sorpresa"

El primer tramo lo subió con parsimonia, el segundo subió los peldaños de dos en dos.

- Eh... niñas!!! Exclamaba a medio susurros con la voz ronca de resaca. Eh! se acercó al lado de la cama de Meli y le dio un par de besos en la boca, Eh princesa, despierta coño, que tus padres están ahi abajo!!!
- que dices..
- Que tus padres están ahí abajo, le he dicho que estabas en la ducha...

Meli dio un salto de la cama, desnuda corrió a la ducha y a su cuarto para vestirse, Charlotte ajena todavía a los acontecimientos, miró a Jimmy que buscaba con preocupación en el armario ropa adecuado que ponerse.
"Que te pasa"
"Los padres de Meli están ahí abajo, y que sepas,  que tu y yo somos novios, me quedé en blanco cuando los vi ahí plantados, no supe que decir para justificar mi presencia"
"Madre mía...." 
"Estoy bien con esto"
"Si claro" Respondió Charlotte mientras salía de la cama al escuchar que Meli había terminado de darse su ducha exprés.
"Dame un beso antes de la ducha  ¿ no? "
Ella le abrazó y le besó con dulzura.
"Te quiero.... si no fuera por la visita me metía en la ducha contigo y..."
Vio de reojo a Meli que estaba dispuesta a bajar a saludar a sus padres. Jimmy se separó de Charlotte que fue presurosa al baño.  Tranquilizó a Meli que no podía disimular sus nervios, con voz baja, en susurro.

"Bajo contigo vale"
"vale" 
"ey, tranquila, le dije que era el novio de Charlotte. No te preocupes, habrán venido a pasar el día, los acogemos, hacemos algo especial para tenerlos contentos y verás que todo sale bien..."
"vale"  dio unos pasos para bajar las escaleras.
"Eeeeee ¿¿ no me vas a dar un beso ??"

Ella le sonrió y olvidó un momento los nervios. Le dio un par de besos entrecortados.
"Te quiero, lo sabes eh, te quiero, me voy a morir hoy sin tus besos"


Meli bajó las escaleras presurosa, emocionada con los ojos brillantes de la emisión y abrazó a sus padres con un abrazo largo mientras que le decía lo mucho que los echaba de menos y preguntaba el motivo de su visita sorpresa.

Jimmy  que había bajado discretamente detrás de Meli era observado por un padre  desconfiado.








miércoles, 3 de diciembre de 2014

Motivos ~4~



Javier se sentó en la cama. Los sonidos del día aún eran sordos, miró el reloj de su muñeca y descubrió que era demasiado temprano para comenzar el día a pesar de que aquella noche no había dormido, se había quedado junto al aparato de radioaficionado... Y aquella noche que podía haber sido una más de fracaso esperado, fue distinta de las innumerables noches anteriores. Virginia hacía años que desistió, pero Javier tenía la necesidad de aclararle a su mujer el destino de un hombre desconocido para él, pero que para Virginia era el lastre que no la dejaba liberase. Él se empeñó en encontrarlo, con los años aprendió el idioma y fue contactando con personas que trabajaban en organismos oficiales, fue poco a poco,  pero  intuía que se acercaba a él. Sabía que un día obtendría resultados, nunca se rindió por muchos años que pasaron ...

Javier permaneció un instante sentado en la cama. Virginia abrió los ojos y lo vio allí con la cabeza baja, en silencio, como uno de esos fantasmas de dormitorio...

- Que haces... Ven,  entra en la cama, hace frío.

Javier se deslizó hasta abrazarla por la espalda. Ella comenzó a planear en voz alta el día, quería aprovechar la mañana de Sábado porque por la tarde llegaban las amigas para merendar y el Domingo quería pasarlo en casa, sin hacer nada especial más que lo que trajera el día.

- Abdel Rashìd murió hace dos años Virginia. 

Virginia giró la cabeza con la mirada perdida, aturdida por la noticia.

- Sobrevivió a la guerra, se escondió en las montañas pero hace dos años en aquel terremoto... ¿recuerdas?
- siiii....
- Murió él, su mujer  y cuatro de sus seis hijos. Los dos hijos que sobrevivieron viven con el hermano de Adbel en Escocia.

- Pero como lo sabes, como sabes que es él?

- Está en la lista de fallecidos, es su nombre, su pueblo...  - alargó la mano para coger unos papeles de la mesita junto a la cama, pasó uno de los papeles hacia delante donde había unas huellas dactilares y unas fotos, se las enseñó a su mujer -

Virginia las miró con detenimiento, era él, Abdel, lo sabía porque tenía su mirada, no había perdido su expresión pero su rostro era irreconocible, era una foto de algún documento oficial.  Tenía pronunciadas entradas en el cabello y tan delgado que hacía que su mentón y nariz se vieran mas grande de lo que eran de verdad.

- Es él si....  
Dejó los papeles abandonados sobre la colcha y buscó las manos de Javier para agarrarlas con fuerza.

- Lo siento Virginia, si lo hubiese encontrado antes, sólo dos años.

- Lo sé... 

- Si quieres puedo buscar a los niños, eso será mas fácil y...

- No Javier no.  No busques más, ellos están con su familia y yo con la mía, no hay más.

Virginia se quedó impasible, había derramado tantas lágrimas y había perdido tantas horas en una búsqueda inútil,  que cuando su marido le confirmo lo que ella había dado por cierto durante tantos años no pudo tener otra reacción que la normalidad.     Javier le recordó que la quería y ella le confirmó que ese amor era recíproco.  Permanecieron largo rato en la cama, compartiendo la mañana de Sábado.   El silencio se rompió con un ruido conocido para los dos, la puerta del dormitorio que estaba entre abierta se abrió del todo y unos pasos rápidos corrieron hasta la cama donde su pequeña hija de seis años terminó cayendo a plomo entre los dos, se abrió hueco entre ambos y preguntó si hoy había porras para desayunar. Javier le dijo que sí. Irían a la plaza del pueblo, donde Carmelo las hacía cada mañana para el desayuno...

Los tres se levantaron y pasearon hasta la plaza donde se sentaron en la mesa habitual, cerca de la chimenea, un par de cafés, cacao para la pequeña María y unas porras deliciosas.  Javier ayudaba a su hija, saludaba a  todo el mundo que iba llegando, era un hombre amable e integrado en todas las causas  donde podía ayudar, Virginia bebía el café a  pesar de que aún estaba humeante, las porras ni las probó, en el primer trimestre todos los alimentos aceitosos le daban nauseas, Javier acarició la tripa de su esposa, "Ha dado una patada ya, mamá?"  "Noooo, es temprano, aún debe estar dormido".

Antes de marchar Javier se acercó a la barra para pagar el desayuno, Carmelo tuvo algunas palabras amables para María y le dio una de las bolsitas de frutos secos que tanto le gustaba, Javier preguntó por Eusebio, si pasaba por allí quería que  Carmelo le dijera que pasase por casa, el aparato de radioaficionado que tantas veces le había pedido ya  no lo iba a utilizar más,  así que si lo quería era suyo...

Javier miró a Virginia y ella le sonrió,  María decidió abrir un agujerito en la bolsa para ir comiendo sin que su mamá y su papá se dieran cuenta.  Ellos se dieron un beso, en los labios, discreto, beso de matrimonio.  "Eeeeeyyy cuanta pasión desatada"  Exclamó  Carmelo con alegría.

"Es que la quiero cada día más,  me voy a casar otra vez con ella"

"Cuando lleves 39 años casado como yo sólo tendrás ganas de que te de un respiro"  Rió a carcajada limpia provocando un debate a los habituales del bar, - los que se sentaban en la barra para leer periódicos y charlar de lo que diera el día- , sobre lo pesadas que eran sus esposas. 

Los tres volvieron a casa,   Javier descubrió la triquiñuela de su hija y le quitó el paquete de frutos secos para que no comiera más, se lo daría por la tarde, después del almuerzo.  María iba delante con pasos cortos, con pasos largos, dando vueltas, dando saltos.... El matrimonio paseaba sin prisas, Virginia abrazada a Javier se sentía segura, confiada.
Ambos sabían que una nueva etapa se abría ante ellos.
El pasado se iría al día siguiente cuando Eusebio se llevara el aparato de radioaficionado, ese que cada noche traía voces del pasado...

Los recuerdos, las pesadillas, ya no quedaba nada, sólo un viejo aparato que ya no tenía ningún motivo por el que encenderse.  Hoy hasta el resto de sus días el mejor motivo para seguir adelante era su amor y sus hijos... 



lunes, 1 de diciembre de 2014

Motivos ~ 3 ~





Tenía miedo.  Era un miedo oculto, irracional, después de todo había conseguido una estabilidad.
Había conseguido un nuevo trabajo que le ocupaba menos tiempo con un mayor sueldo, había conseguido tener una casa decente aunque sin lujos, había conseguido desterrar la mayor parte del tiempo los recuerdos del pasado y se aferraba al presente, ese que brillaba con nombre de hombre.
Javier siempre había pensado que enamorarse era una mala inversión. Cuando la conoció tan sólo tenía curiosidad por lo que había escuchado de ella. cuando supo la verdad no se pudo marchar, por eso no dudó en aceptar la llave de aquella casa sencilla,  llave que abría una casa, un corazón y una vida.

Se levantaban aún de noche, trabajaban duro todo el día. Virginia estaba mas bonito que nunca, se había dejado crecer el cabello, aunque seguía igual de flaca. Comía un pajarito. Había crecido sin apenas alimentos y su cuerpo nunca se llegó a acostumbrar a comer cantidades normales.
Por la noche Virginia se sentaba en el sofá y se cubría con una manta que ella mismo hizo. Miraba a Javier, que siempre tenía algo que hacer y andaba por toda la casa hasta que ponía la mesa y por fin descansaba un rato contando las historias que había traído el día.  "Su primo había dejado embarazada a una chica de 22 años del pueblo de al lado", no es el primer hijo que tendría, había otro crío por el Norte del país. Javier recriminó la mala cabeza de su primo.
Virginia dejó medio plato de sopa  sin comer. Javier preguntó si quería una infusión y ella negó con la cabeza al tiempo que se levantaba para recoger la mesa, fregar los platos y dejar la cocina ordenada.
Cuando volvió al salón Javier estaba en el sofá, esperaba a Virginia que no tardó en sentarse a su lado, él miraba la televisión como si no le importara nada más, al tener a Virginia  a su lado le cogió una de las manos y la acarició con delicadeza y con cierto análisis... alargó una de sus manos para coger el tubo de pomada y se la untó en las enrojecidas manos de Virginia." Debes ponerte los guantes Virginia y no me sirve que digas que no trabajas igual con los guantes puestos"  "ya las tengo mucho mejor" Su tono de voz fue temblorosa,  como la de una niña que busca el perdón al descubrirse su travesura.  Javier se aseguró que la crema se absorbiera del todo. La miró y la sonrió."¿Te duelen?" "No, ya no"  Dijo mientras las miraba con cierto rechazo.  Javier se relajó y dejó caer su cabeza sobre el hombro de ella. Ella sintió confort, le gustaba su olor, le gustaba esa forma de ser como si no esperase nada, simplemente se limitaba a estar... y eso a Virginia le daba la vida. "Quiere que pongamos esta noche la radio, puede que hoy ..."  "NO" respondió la mujer antes de que terminara la frase. "no" volvió a decir esta vez en susurro.. "Que te pasa Virginia... hace semanas que no escuchas esa radio. Cuando te conocí no te despegabas de ella y ahora de pronto dejas de escucharla, no debes perder la esperanza, puede que un día hables con alguien que sepa algo, que lo conozca, no sé... el destino a veces te hace regalos inesperados. Pero hay que estar en el sitio adecuado para que te ayude. Sino enciendes la radio no lo encontraras nunca " "lo sé..." "Entonces ¿la enciendo?" " NO... balbuceo,  no quiero encontrarlo. Han pasado muchos años Javier, once años... él habrá muerto y si está vivo creerá que yo estoy muerta, tiene treinta años y con esa edad le falta poco para ser abuelo. Yo... ya no soy aquella niña, no podría estar con él, mi hidjab* se quedó enganchado en aquella alambrada del desierto, no me reconocería, de echo yo no podría volver allí, ya no..."   Tras unos segundos en silencio Virginia besó la frente de Javier, éste reacciona y se incorpora, "ey.. que me he perdido.." susurra con una mueca de sonrisa, Virginia no habla, le coge una de sus manos y se la lleva a su mejilla donde la deja reposar un instante antes de besarla, "¿Me amas?"  A Javier aquella pregunta le rondaba desde hacía mucho tiempo, la pensaba cuando la veía salir corriendo a él cuando la recogía del trabajo, cuando se levantaba con él para prepararle el desayuno antes de ir a trabajar a pesar de que podía quedarse dormida un par de horas más, cuando pidió días libres para poderse quedar con él cuando tuvo la gripe, cuando se le quedaba mirando silenciosa con esa expresión, como la que tenía en ese momento.
Javier se sorprendió de si mismo al escucharse en voz alta hacer aquella pregunta, Virginia se quedó  en silencio, inexpresiva, le recordó aquella noche en la playa pero esta vez podía ver sus ojos,  "¿A que llamas tú amor?"  Javier jugó con los mechones del cabello de Virginia, le explicó todos los motivos por los que él pensaba que lo suyo era amor. "Ninguna mujer me ha cuidado como tú, quiero ser un buen hombre para tí, quiero estar contigo siempre, cuidarte y compartir la vida tal y como ahora hacemos. No quiero perderme en silencios ni suposiciones... " 
Ella gesticuló afirmando y después le dijo que nunca había conocido a un hombre tan bien como a su padre y sus cuatro hermanos, había asimilado una vida de soledad y nunca imaginó que se quedara tanto tiempo a su lado, tenía miedo a perderle, tenía miedo a que un día ocurriera algo terrible y volviera a perderlo todo... otra vez, no quería amarle para no perderle,  pero no podía evitarlo, lo quería, lo amaba como nunca amó a nadie, ni siquiera a ese que estaba predestinado a ser su esposo desde el mismo día de su nacimiento...    Javier silenció sus palabras con un apasionado beso, ella entre besos le pidió ir a la cama, él la cogió a peso, las piernas de Virginia abrazaban la cintura de Javier que con cuidado la dejó en la cama, desnudos en la penumbra del dormitorio se acariciaron con las yemas de sus dedos los límites de sus cuerpos, él la cubría mientras descubría que las líneas de su mujer estaban hechas para él, manos temblorosas que se buscan, respiración entrecortada que se mezcla con sabores nuevos, ella  rodea su cintura y él explora adentrándose en lugares nuevos,  sus cuerpos se funden hasta llegar a esa sensación de vacío, de calma, esa calma que se torna sentimiento y el sentimiento en amor...




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Hidjab: velo islámico, cubre los cabellos, las orejas y el cuello, sólo permite ver el óvalo del rostro.