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♥ Entra y siéntete en casa ...

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jueves, 30 de octubre de 2014

Demencial



La historia de ese niño le inquietaba, no creía que estuviese mintiendo. Es demasiado retorcido para ser fantasías de niño. 
Contaba que había visto algo horrible. En mitad de la noche escuchó ruidos en el salón de casa, escuchó el crepitar del fuego. Se levantó y vio a unas mujeres cara a la pared. Paradas, quietas sin decir nada, como una imagen robada de otro mundo, de otro tiempo. Dice que una de ellas era conocida por él. Se trataba de una vecina, difunta ya desde hacía dos años. 
El niño no sabía si lo que estaba viendo era aún en sueño y entonces  hizo algo que sorprende a todos los que hemos escuchado el relato.  
El día antes habían estado de excursión y la cámara de fotos de su padre aún estaba en la mesa. El niño la cogió y las retrató. Justo en ese momento una de ellas volvió la cara y lo mandó a la cama.

- ¿Porqué están de espaldas? ¿ Y porqué la foto parece tener cien años?


- No sé, la cámara es digital. No está tratada ni manipulada. 

Se tomaron unos segundos para observar en silencio la foto. Esas mujeres jóvenes y enlutadas con sus largas melenas, de espaldas, ausentes del tiempo, sabiéndose observadas...

- Es un alivio de que las veas de espaldas. Créeme. Siempre tengo miedo al enseñar esta foto.  Balbuceo casi en susurro.

-porqué...


- porque una vez enseñé la foto a un colega, me aseguraba que podía ver a una de ellas vuelta hacía la foto, con una expresión de haber sido sorprendida,  le veía claramente el rostro y desde entonces anda trastornado, ya no es el mismo. Vive en el psiquiátrico de la capital y se empeña en afirmar que ella se giró para decirle algo ... algo que por su demencia ha olvidado.



miércoles, 29 de octubre de 2014

Sed



Cuando la conocí en aquél garito nocturno pensé que era una de esas "tías raras", una de esas góticas, pálidas y siempre envueltas en una vida en negro.

Me  embaucó, me cautivó con su mirada, me excitó en mitad de la pista de baile con sus atrevidos movimientos. Tenía muchos tatuajes y su cintura que fue lo que hasta entonces toqué - podría decir que accidentalmente con el baile - era suave, muy suave. Nunca había estado con mujeres con tatuajes, un amigo tiene la teoría que las mujeres con tatuajes son mas activas sexualmente, esta noche me había tocado la lotería porque además de los tatuajes tenía cantidad de piercing, seguro que le gustaba practicar cosas raras, lujuriosas, pervertidas...

No puedo negar que era la mujer mas bonita que me iba a veneficiar, porque yo no soy ni sexy, ni simpático ni hablador, así que no di crédito cuando me metió mano en la entrepierna y me arrastró a las afueras del garito.  Aún era de noche pero pronto se haría de día. Le dije que si quería ir a casa y ella respondió que prefería que fuéramos a la suya, estaba al doblar la esquina. En quince minutos estábamos desnudos haciendo lo propio.

No me equivoqué,  era toda perversión, sólo cuando sentí cierta sensación de mareo y vi el rojo sangre derramarse por mi torax, sólo cuando sin fuerzas  vi ese mismo rojo dar color a su boca tuve claro que había caído en su trampa. Un inminente destino se discernía frente a mi; una muerte agónica o una eternidad inesperada... todo dependía de ella...

Cuando desperté después de mil minutos de agónica muerte... Tenía sed, mucha sed.




martes, 28 de octubre de 2014

Muertos sin campanas



El  rostro desencajado del guarda forestal  hizo que el compañero que aguardaba en la garita expresara con cierta inquietud sus propios pensamientos "Que te ha pasado, parece que has visto un fantasma" 

"Tengo que marcharme de aquí"  fueron sus primeras palabras, después balbuceó algunas otras incompresibles, frases inconexas como cuando el lenguaje y el celebro se aturrullan al vivir una experiencia de choc. 
Señaló entonces con su largo dedo indice un lugar concreto del suelo, parecía ser el dibujo de una pisada de pies descalzos. El compañero, que se había llevado toda la noche fumando y leyendo revistas de motor, entre la extrañeza y la inquietud  se envalentonó creyendo que podía encontrar algo, y junto a su aterrorizado compañero volvieron a recorrer el sendero por donde lo había visto llegar. Su rostro volvió a desfigurarse por puro terror, miró al mismo punto que creía que miraba su  acompañante. Sólo pudo ver árboles y matojos, tras unos segundos esforzándose en ver... pudo vislumbrar una sombra, " ¡QUIEN VA! "

Alguien les observaba  con ojos luminosos como animal cuadrúpedo. Un fuerte dolor en el torax  paralizó de nuevo al guarda forestal. Su compañero que minutos antes esperaba pacientemente en la garita  cayó de bruces en el húmedo suelo de hojas secas... corrieron aturrullados a la garita sabiendo que  no era ningún intruso, ningún ladrón ni indigente. Estaba justo en la linde de esa zona, esa por donde nunca pasaban, ni ellos, ni nadie.

No hacía mucho tiempo habían descubierto tumbas sin nombre que los expertos estimaban una antigüedad de dos centenares de años. Las quisieron trasladar pero al exhumar el primer cuerpo todos los que intervinieron murieron ese mismo día en un accidente de tráfico a cuatro kilómetros de allí. El cadáver desapareció. Dicen que volvió a su tumba y que acecha permanentemente a todos los merodeadores para que el descanso de sus compañeros sea eterno y nadie remueva ni sus huesos ni su historia sino quieren que la vida se les vaya en ello.

Ahora nadie se atreve tan siquiera acercarse a las lápidas de estos muertos anónimos...  muertos sin campana.







domingo, 26 de octubre de 2014

Fría losa de pieDra



Muerto,  
tumbado sobre la fría losa de piedra rodeado por sus compañeros, 
uno de ellos comienza a cantar; 

Ahora te has vuelto sagrado,
 ahora te has vuelto mas fuerte, amigo... 
 ya no podemos caminar juntos,
sabemos que nos protegerás y guardarás nuestras espaldas
hasta que seamos nosotros los errantes y 
caminemos por tu mismo sendero
al otro lado del río
tras cruzar la barca de Caronte,
sin habernos olvidado de  pagar con mil años nuestros mil pecados.




jueves, 23 de octubre de 2014

Corazón de piruleta










Cuando era chica siempre me gustó verlas en el estante del kiosco, que en mi barrio era, "El kiosco de la Pepa".

Mi abuelo me daba 50 pesetas los Domingos, con lo cual era la reina del mambo, iba al kiosco de la Pepa y compraba de todo, también invitaba a mi amiga de turno, una de las cosas que elegía era esa piruleta de corazón... al principio le pasaba la lengüita con cuidado, saboreandola con mesura, pero cuando mis dientes decidían romperla por algún extremo ya el chuperreteo era total, hasta el palo terminaba despellejado.

Después hubo una etapa en la que me sentía  "mayor" para comer golosinas, ya ves que tontería, pero creo que esa etapa es la etapa de la estupidez, en la que te sientes adulta y ahora sabes que eras el proyecto de la mujer madura y sensata que alguna vez llegarías a ser, - yo aún estoy esperando ese momento :)  - 

Pero después por algún motivo, te sobran algunos céntimos al comprar el tabaco, el periódico o la revista de turno y te pides unos chicles para que tu madre no huela el tabaco en tu aliento adolescente  y de pronto las vuelves a ver y las pides y vuelves a saborear con pasión un corazón que no traiciona, que no defrauda. 

Un año llegué a decorar el árbol de Navidad con estas piruletas y a todos les encantó la idea,  sobre todo cuando después de mirarlas yo siempre les decía que podían coger una si querían, me encantaba cuando descubría que NADIE se resistía a la tentación,  las devoraban allí mismo, sin esperas, sin remilgos.

Incluso recuerdo con gran dulzura que uno de mis amores era un apasionado de estos caramelos, los guardaba en un par de  baulitos, siempre estaban llenos, siempre terminabas "robándole" alguno.

Siempre me gustó ver la vida tras las piruletas con forma de corazón. Ahora me entero que van a desaparecer, que esta crisis interminable también le afectó a lo más dulce y siento que media vida se me escapa con ellas, mas tarde me entero que ha producido un gran impacto social la noticia, y veo como gran número de personas han ido a su kiosko de confianza para comprar sus últimos lotes de corazones y que varios compradores potentes están estudiando la posibilidad de comprar la empresa, lo que quieres decir que lo que  a primera vista pudo ser una despedida definitiva no lo es y un hilito de esperanza llega a mi en forma de hebra de caramelo... AY... Es tan maravilloso pensar que aún quedan personas con el corazón de piruleta...





La noticia que me hizo encender todas las alarmas de melancolía piruletera :


Tras 49 años, el fabricante de caramelos "FIESTA" ha anunciado que irán a la liquidación, a petición propia, ante la imposibilidad de cumplir el convenio de acreedores apropiado, según recoge el boletín oficial del estado (BOE).
Así que se ha declarado disuelta "FIESTA S.A."



martes, 21 de octubre de 2014

Dos +uno



Andrés  recordaba perfectamente la respuesta pero aún así le formuló la pregunta a Valentina, el amor de su vida.

* ¿Sabes que día es hoy?

Ella dejó de mirar la carretera y puso sus pies descalzos sobre los de Andrés. Sonrió, giró hacia un lado su cabeza y balbuceó:

*No sé...

*Hoy hace 10 meses que vivimos aquí.

*Juntos. Terminó diciendo Valentina.

Se volvieron a recordar uno al otro lo que se querían, no hubo beso pero si miradas cómplices y silencios  amables.

Ella leía uno de sus libros y  en algunos momentos en los que creía que la lectura era interesante lo leía en voz alta esperando uno de los comentarios inteligentes de Andrés.

Él la observaba, fumaba o bebía un vaso de limonada casera preparada por su compañera. La saboreaba con ganas, sabiendo que sería una de las últimas que bebería, el verano se acababa y daría paso a la temporada de tés.

*
Habían comenzado la relación hacía un año.  Se conocían de toda la vida, incluso a los veinte y pocos tuvieron un romance veraniego, justo el último verano que Valentina estuvo en el pueblo, después de aquel verano marchó con su familia a la capital y no se volvieron a ver en décadas. La vuelta de Valentina supuso el renacer de viejos y olvidados sentimientos... ni el amable, conocido y pasional amor  de Susana pudo frenar ese sentir que volvió a brillar sin control.

Coincidieron en varios lugares e intercambiaron algunas palabras amables... Valentina fue receptiva a sus pequeños juegos y terminaron enredados en un amor puro, en el amor soñado.
Ella era generosa, siempre lo supo pero aquella mañana, - a pesar de los meses pasados no lo puede olvidar- Andrés conoció la pureza del corazón de aquella mujer.
Llamaron al timbre de buena mañana, Andrés fue a abrir, Valen (aveces la llamaba así cariñosamente) estaba en la cama aún dormida, apenas habían dormido.  
Tras la puerta encontró a una Susana triste, destilando amargura y desolación. Susana se esforzó en aparentar normalidad pero él no podía actuar como de costumbre, como en los último ocho años. 
Valentina salió en ese momento, abrochándose el último botón de la camisa, sorprende a "la pareja" en el porche de la casa,  ambas sabían quien eran, el lugar que desempeñaban en esa trama.  

*¿Eres Susana ?  Entra, Andrés me habló mucho de ti. Tenía muchas ganas de conocerte.

Susana podía haber sacado una buena escusa y marcharse, pero... no lo hizo... entró en la casa y desayunaron juntos, pasó todo el día en la casa.
El hombre sintió cierto apuro, cierta violencia en los primeros momentos. No era normal una situación así. Las dos mujeres de su vida sentada juntas hablando. conociéndose... 
Las observó a ambas, Valentina debía haberse puesto en el lugar de Susana, casi una década amando a un hombre que en la primera oportunidad la abandona sin contemplaciones. Susana debía entender a Valentina, un amor tan intenso como el de  juventud es casi imposible olvidar y la llama es difícil de apagar, aquella llama nunca se apagó, ella lo sabía porque Andrés nunca dejó de hablar de Valentina, pero fue tan ilusa como para creer que Valentina nunca volvería a aquel pueblucho,  pensó que se habría casado con un buen hombre y tendría su propia familia en algún rincón bonito del mundo. 


Era las diez y media cuando Susana se despidió dándole las gracias por todo. Se abrazaron, quedaron para el Domingo...   Valentina entró en la casa con toda la intención de dejarlos juntos a solas.  Andrés estaba silencioso, no sabía bien lo que decirle para que no se entristeciera. 

*Hasta el Domingo entonces. 


* Es estupenda, entiendo porqué la quieres tanto.


Andrés se enterneció, la recogió entre sus brazos y Susana se hundió en su pecho. 


* Lo siento Susi. lo siento...


Susana no quiso alargar más de lo normal un abrazo piadoso, lejos quedaban los abrazos con chispa y pasión. Aún así antes de alejarse lo suficiente le dio un beso en la boca.  Él lo tomó con gusto, sin remilgos, era un beso conocido, con un sabor que durante ocho años había sido su alimento, su vida, su todo. 


*
Aquellos recuerdos parecían lejanos y cuando miraba el calendario descubría  con asombro que sólo había transcurrido diez meses, intensos y cargados de emotividad. 

Valentina se había levantado, trasteaba en la cocina, seguro preparaba la cena.  
Andrés recogía la bandeja donde la jarra de limonada ya estaba vacía cuando vio entrar por la puerta del jardín a Susana. El hombre decidió esperarla sentado en una silla del porche, ordenó un poco la mesa con la bandeja y los libros de Valen.

No entendía muy bien aquella historia pero si algo le tranquilizaba era que no era cosa de él sino de ellas.  Se habían conocido y habían encontrado una buena amistad. Él era el punto de unión, el que en no pocas ocasiones parecía el tercero en discordia. Valentina le había echo entender que no se podían  olvidar ocho años de amor de la noche a la mañana, Susana tenía que tener su transición, su cambio, entender su  nuevo lugar.  Andrés lo llegó a entender y el cariño que le tenía lo hizo  fácil.  La generosidad de Valentina le sobrecogió en muchos momentos, sobretodo cuando con la sutileza que no todas las mujeres poseen  aceptó que en algunas ocasiones, no sé si especiales o anecdóticas, Andrés y Susana hicieran el amor con libertad y sin miedo. 

Andrés se ofrecía a acompañarla a casa y no volvía hasta el día siguiente después de la jornada laboral. Valentina lo sabía, lejos de sentir sentimientos tristes  aquellos días parecía estar mas contenta de lo habitual. En esos momentos Andrés se sentía extraño, desorientado, satisfecho a la vez que  utilizado.


Susana le saludó y pasó de largo, fue directa a la cocina donde las risas y la cháchara no tardó en dar vida a la casa. Él se encendió un cigarro. Las escuchaba...


*Chicas!!!


* QuEEEEE!   Exclamaron las dos al unisono.


* Voy un rato con Antonio. 


* Pues no tardes!  Dijo Susana


* No llegues mas tarde de las 9.  Terminó aclarando Valentina.



Las 9 era la hora de la cena.  Andrés sólo tenía que desplazarse unos metros para visitar a su mejor amigo Antonio. Con él podría hablar cosas de tíos y hacer cosas de tíos. Ahora tenía dos amores, si, pero también dos "marimandonas" que en ocasiones les agobiaba con sus normas,  esas normas de mujeres...   Ahora todo se multiplicaba por dos.










miércoles, 15 de octubre de 2014

Compartiendo vida.


... Él era un hombre tranquilo, y allá donde su moto lo haya llevado seguirá siéndolo ...

Un hombre tranquilo que se siente bien tan sólo con un poco de alcohol en su vaso, alguna canción en sus oídos y si la suerte  acompaña, una mujer en su cama.

Es un hombre rudo, fuerte, con aspecto de haberse reiniciado en algún momento de su vida adulta. 

Él llegó a estas tierras junto con los centenares de aficionados a las motos.  El patronato de la ciudad había creado este año una concentración que sin duda seria todo un éxito.
Yo me encontré con aquello de golpe, estaba de paso, iba hacia el norte y por azar hice noche en aquel lugar, me gustó el paisaje y decidí pagar un par de noches más para hacer un poco de turismo rural, cosa que en muy pocas ocasiones tengo oportunidad.  
Al salir del Mesón donde almorcé me fijé en él. Estaba allí, queriendo arrancar la moto que por alguna razón no quiso arrancar a la primera.   Sus vaqueros estaban polvorientos y sus botas también estaban cubiertas del camino.  Me miró, durante unos instantes me miró.  Lo percibí y fue agradable, me gustó.

Aquella noche llovió a mares, una gran tormenta que parecía aspirar a ser "el nuevo gran diluvio"  se cernió sobre estas tierras.  El hotel donde me encontraba apenas tenía clientes, el precio de las habitaciones eran bastante elevado, a cambio obtenías un servicio excelente. Mientras tomaba mi té de la tarde fui viendo un goteo interminable de esos moteros que decidían quedarse en el único hotel donde aún quedaban habitaciones libres. En aquellos momentos la necesidad apretaba y olvidaban la cuantía si con ello se podían mantener a salvo del diluvio.

Aquella situación meteorológica hizo que pasara la tarde en un lugar estratégico para ver el ir y venir de inquilinos, la lluvia torrencial  por momentos parecía querer invadir parte del Hall del hotel. Tenía miedo, no puedo negarlo, La luz del edificio ya hacía rato que iba y venía por momentos...   Y de pronto entró como un gato escaldado,  sacudiéndose todo su cuerpo y riendo de la carrera que habían tenido que dar para llegar allí.  Los dos se pararon en recepción y sus rostros expresaron tranquilidad a la vez que el amigo sacó una tarjeta de crédito para pagar.  Bajo sus pies se acumulaba un enorme charco de agua a causa del goteo de sus ropas empapadas.  El amigo le sacudió el pelo y el agua brotó de su negro cabello.  Él se giró un momento mientras su acompañante pagaba. Observó todo el trajín y caos que se había desatado en el lugar, se alejó del amigo, poco a poco, como deambulando sin rumbo, sin fijar la mirada a ningún punto concreto, y de pronto  fui consiente de que lo tenía justo a mi lado. Permanecía en pie con la mirada perdida. Yo sentada en una de las mesas del Hall intentaba silenciar la idea de lo mucho que me gustaba aquel tipo, un completo desconocido que bien podría ser un perverso delincuente o el novio del que portaba la tarjeta de crédito.

- He conseguido dos. No quiero aguantar tus ronquidos tio!

Cogió la llave electrónica y después de hacer el amago de guardarla en el bolsillo desistió al recordar que la empaparía, así que la mantuvo en su mano.  El amigo dijo algo más que no oí y desapareció, seguro que iría directo  a la habitación a despojarse de sus ropas mojada, sin embargo él permaneció parado mirando la cortina de lluvia tras las cristaleras,  tras meter una de sus manos en el bolsillo interior de la chamarreta tiró el paquete de tabaco mojado en  la mesa junto a la mía.

Gesticulé con la mano portando mi paquete de cigarrillos.  Él vio el gesto y se acercó.

- Puedo darte el paquete pero ya sabes que aquí no se puede fumar...

- No quiero dejarte sin tabaco...

- No te preocupes en la habitación tengo más.


Justo en ese momento un nuevo apagón hizo encender las luces de emergencias, se diferenciaban de las normales porque mantenían un color anaranjado. Un golpe de agua entró en el hall como si fuera la orilla de una costa.

- La cosa se pone fea... ¿Te alojas aquí verdad?

- Si. creo que deberíamos subir esto tiene pinta de inundarse.

- Y yo tengo que quitarme estas ropas si no quiero coger una pulmonía...

Subimos las escaleras, me dijo que estaba preocupado por su moto. Una vecina del pueblo había dejado su patio para que buena parte de las motos se refugiaran del temporal, pero no podía evitar pensar en ella. 

Media hora después estaba embutida en mi pijama y enroscada en las mantas de la cama intentando vencer el miedo al viento que se sentía como un huracán y los truenos que cada  vez se sentían mas cerca. Mantenía la cabeza bajo las mantas y deseaba con todas mis fuerzas que la noche pasara rápido.  Yo al igual que aquel tipo también me preocupaba por mi coche, si sobrevivía a aquella noche justo cuando saliera el sol marcharía a casa.

Toc toc


Alguien llamaba a la puerta, saqué la cabeza de entre las mantas...

Toc toc

Fui a abrir. Puede que fuera algún chico del personal del hotel que nos advertía que evacuáramos el edificio con un chaleco salvavidas en plan TITANIC...

- Perdóname pero es que no sé abrir la puerta, mi amigo debe estar dormido y no me contesta y me da vergüenza ir a recepción...

Allí seguía con sus ropas empapadas, un poco acartonadas y con una mirada de ser yo la única que podía sacarle de su vergonzosa torpeza.

Me puse las zapatillas y el abrigo color mostaza para no deambular por los pasillos en pijama. Subimos una planta y llegamos a su puerta... La abrí pero debo confesar que no fue fácil.  Él me agradeció el gesto y me pidió disculpa por haberme sacado de la cama.
Yo fui sincera y le dije que no dormía, estaba aterrorizada y bajo las mantas el miedo parecía menos...

- Si quieres puedes entrar, nos haremos compañía y no pasaremos miedo...  sonrió con cierta burla para minimizar mis miedos.

Acepté, estaba a 14 peldaños de mi habitación, si algo me incomodaba siempre podría bajar esos peldaños...

Dejó toda su ropa en el baño y salió con el albornoz del hotel... ese que todos se llevan de recuerdo, con él perdió toda su masculinidad.  Se dirigió al minibar y vertió una de las botellitas en sendos vasos, me dio uno y con el otro en sus manos se sentó en uno de los butacones...  Permaneció en silencio bastante rato. Encendió la radio incrustada en la pared y que por alguna razón a pesar de no haber luz en el edificio funcionaba perfectamente, pensé que pondría las noticias pero  no movió el dial, sólo quería solapar su silencio, nuestro silencio,  con música de fondo. A mi no me apetecía beber Whisky en esos momentos pero lo bebí y pasó por mi garganta quemando.
Un GRAN Trueno hizo temblar todos los cristales y yo me estremecí entera. Él se rió. Quizás demasiado. Eso me incomodó. Valoré el momento y recordé que estaba con un completo desconocido, sí... había sido amable pero puede que todo esto de meterme en la habitación con un hombre del que nada sabía era una total locura, así pasan las cosas, la gente no piensa en los riesgos. Viven a lo loco y después llegan las lamentaciones.

El teléfono sonó...
¿Si? ... de acuerdo.... si, dos,  de la 431  (era mi habitación) pues no sé...  un momento...

- Es de recepción, necesitan reubicar a los inquilinos para que haya mas habitaciones libres, te importa que compartamos habitación...

- No pero deberíamos ir a la mía, yo tendría que hacer mudanza y tú sólo tienes que coger tu ropa.

siguió hablando con recepción...
Si pero soy yo quien bajo a la 431, de acuerdo. No importa, Gracias...

Cuando volvimos a mi habitación el efecto del whisky ya era evidente y al ver el hueco de la cama caí rendida y sin contemplaciones.

A primeras horas de la mañana abrí los ojos y lo primero que percibí fue la lluvia golpeando los cristales. Él dormido a mi lado.  No lo había sentido en toda la noche, se había mantenido en silencio e inmóvil...
Cuando volví a abrir los ojos yo era la que había invadido su espacio, busqué su calidez, su protección.  Me sentí avergonzada al descubrir que estaba despierto y esperando  a que yo lo liberase, cosa que hice al instante de ser consiente de la situación.  Me levanté de la cama, aún lloviznaba pero tímidamente, vi como buscó el albornoz para cubrirse ciertas partes que despertaron mucho antes que él.
Cuando salió del baño ya con sus ropajes secos descubrí que su aspecto varonil volvió a él. Deambuló por la habitación con la sensación de no saber como salir de ella sin que resultara seco  o cortante.
Hice la cama. Pensé que el servicio de habitaciones tendrían otras prioridades en ese día que las camas.


Puede que hubiera un abismo entre los dos, que no tuviéramos nada en común y que en circunstancias normales nunca hubiese estado la posibilidad de compartir noche y lecho... No lo vi venir, colocaba los almohadones cuando me tocó la cadera y anunció que iba a ver a su amigo, después se marcharían.

"me alegro de haberte conocido, gracias por acompañarme"

"yo también, has sido muy amable. ¿ Quieres que cuando baje con éste desayunemos juntos? "
"Vale"

Fui entones consiente de la ausencia de control y sentí como me dejé llevar por sensaciones seducida por el embriagador aroma de la incertidumbre.  Estaba frente a mi acercándose lentamente, percibí su inquietud, su ligero titubeo al abrazarme, sentí el calor de su cuerpo, la justa presión de sus manos en mi espalda y su beso... beso que supo a tranquilidad, a confianza desconocida, a impulso irracional.

Tres horas después yo me encontraba en plena carretera camino de vuelta a casa y él en alguna otra. Direcciones opuestas que se alejan inevitablemente.  Yo marcho a casa con la extraña sensación de recordar el olor de su cuerpo y el sabor de su beso, con la sensación de haber compartido vida sin llegar a ciertos placeres.

Él era un hombre tranquilo que se siente bien tan sólo con un poco de alcohol en su vaso, alguna canción en sus oídos y si la suerte  acompaña, una mujer en su cama. Un hombre sencillo, amable, puede que demasiado silencioso, que actuó sin pretensiones y fue justo eso lo que lo hizo inolvidable... Un hombre desconocido con el que compartí noche y lecho,  con aspecto de haberse reiniciado en algún momento de su vida adulta.





domingo, 12 de octubre de 2014

El árBol de los liBros



... Y de aquel árbol florecieron tantos libros como historias había olvidado, detalles y sensaciones que se perdieron en el torbellino de lo cotidiano.

... Y de aquellos libros brotaron letras con viejos nombres perdidos en los obsoletos rincones del recuerdo.

... Y entre todos los nombres estaba el tuyo. A mi boca le costó pronunciarlo porque hacía un mundo que mis labios no vocalizaban sus letras, su nombre.

... Y leí su historia que también fue la mía, recordé palabras antiguas y promesas que se extinguieron en el camino.  Releí nuevamente ese último capítulo que siempre cuesta entender, con palabras complejas, llenas de embrollos e intrigas... A pesar del tiempo volvió a ser ardua la lectura y tentada estuve de no llegar a ese punto y final...

... Y después de ese punto y final pude leer la dedicatoria. Esa que siempre existe, que siempre se agradece...

... Al amor verdadero que tantas veces es tan efímero como los sueños...

jueves, 9 de octubre de 2014

Lo incorrecto


- ¿Vamos a hacerlo de nuevo?

- No sé, es complicado ¿no crees?.  - Él era dubitativo -.

-No.

¿Tú quieres?, no sé si es lo correcto...

- ... porqué no podemos hacer una vez lo incorrecto y olvidar un momento lo correcto. - Ella era decidida -.

En los preliminares; a medio desnudar, a medio besar, a medio tocar ella deslizó de su dedo anular una alianza de oro, la colocó en la mesita junto a la cama del hostal.

- No te la quites, déjala en su lugar.

Ella volvió a introducir esa alianza que tan sólo llevaba cuatro años en su dedo. Su marido la esperaba en casa, eran un matrimonio feliz pero pese a ello hay ciertas historias que deben acabarse. El hombre que la amaba en aquel hostal (discreto y limpio) había sido su primer amor, su  primer beso largo y ella era la única mujer a la que ese hombre había amado de verdad.
Aquella historia adolescente nunca se terminó del todo. Un ascensor averiado los unió de nuevo y pese a que cada mirada, cada palabra, cada gesto y cada paso que dieron les  gritaba que era incorrecto todo lo que hacían no pararon hasta llegar a ese hostal...

Exhaustos y desnudos yacían uno junto al otro, sin ver claro el momento de marchar de esa habitación y volver a casa, sin remordimientos...

- Debo marcharme. Es tarde.

- Lo sé...

Habían cerrado un ciclo, una historia tan incierta como incorrecta pero intensa y pasional... Una vez que se dejaron llevar por  la corriente de ese manantial fue imposible luchar contra sus propios deseos.





lunes, 6 de octubre de 2014

En vela



El insomnio es mi mayor enemigo,
 me deja a solas conmigo mismo.

Todos mis fantasmas revolotean por las oscuras esquinas de mi cuarto,
me susurran,
me agotan y me aprisionan,
siento mi agónico final.

Yo a solas con mi enemigo el insomnio 
cuantas noches más podré durar.

Las horas pasan lentamente y 
por fin con la luz del alba
renazco nuevamente,
vuelvo a la vida gracias a la cafeína,
nada podrá evitarlo ...
volveré a dormirme en la oficina.




jueves, 2 de octubre de 2014

Vladimir II




Me consta que algunos de vosotros tenéis curiosidad por descubrir el enigma de saber quien es ese hombre que responde al nombre de Vladimir.   No os puedo asegurar que saciéis vuestra curiosidad pero al menos os contaré lo que yo misma sé.  Ahora que han pasado meses desde que dejó nuestro pueblo puede que sea el momento para poder contar.  Para ello debo remontarme un momento a esa noche...


En ciertos lugares  sólo hace falta una pequeña brisa para provocar un huracán.  Este pueblo es uno de esos lugares. 
Mi abuela había estado enferma y aquella noche volvía después de un mes. La gripe la había dejado débil y hasta que no la vi con fuerzas no quise volver a casa.
No era demasiado tarde a pesar de que el sol ya hacía rato que se había ocultado en el horizonte. 
Iba pensando en el trabajo acumulado que me esperaba, en cómo me encontraría la casa después de tanto tiempo cerrada, en el reencuentro con los vecinos y en las posibles novedades...

Apenas había tráfico, la carretera del norte siempre es tranquila,  sólo una camioneta a varios centenares de metros me hacía sentir ese viaje mas acompañada.  Cuando la perdía de vista  aceleraba y si parecía estar demasiado cerca me relajaba y la dejaba alejarse un poco....  
Un fogonazo inmenso, durante unos breves instantes fue como volver a tener  la luz del día. Un ruido ensordecedor, como el de los aviones cuando rompen la barrera del sonido. Una luz en el cielo que caía... dejando un rastro de fuego...
Frené en seco porque me di cuenta que me daba de bruces con la camioneta que había parado en la carretera sin precaución alguna. El conductor estaba en la calzada observando atónito el acontecimiento.

"¿lo has visto?" " Ha caído mas allá del pueblo"
Me habló sin conocerme, con familiaridad a pesar de ser un completo desconocido.

Mi intensión no era parar, invadí el carril contrario para adelantarle, lentamente, bajé la ventanilla y le comenté "Si... en los bosques negros, provocará un incendio"   ... odiaba los incendios...

Cuando llegué al pueblo todos estaban en las calles, alborotados, desconcertados.  Una cuadrilla de bomberos había vuelto a la central para llamar a la capital. No había incendio pero si un gran cráter en mitad del bosque con una gran piedra  humeante en el centro...

Estaba cansada del viaje y pese a todo lo que se especulaba quise entrar en casa para dormir.  Tan pronto pisé el portal de casa, mi amigo Alfredo me llamó desde el balcón de su casa,  "sube, ha caído otro en Murmansk"
Subí para escuchar las noticias con él. Especulamos un rato y terminé rendida de sueño.
Es un echo que unas noticias eclipsen a otras. La caída del meteorito de Murmansk había sido filmada por decenas de personas, había imágenes de todos los momentos de su caída y el nuestro cayó anónimo, - sin imágenes y apenas testigos- así que en el mundo de la imagen y sonido pasó inadvertido para el público en general.  Sino había imagen no había noticia. Así que todos los noticieros se volcaron en Murmansk.

En los días siguientes varios científicos estuvieron  recogiendo muestras y estudiando la zona. Entrevistaron a algunas personas que lo vieron caer para tener en cuenta su trayectoria y poco más.
En un par de semanas todo estaba olvidado y todos los forasteros curiosos se marcharon, pero de pronto nos dimos cuenta de  la presencia de Vladimir.

¿Cuándo había llegado?

Mariana recibió una llamada de teléfono la mañana siguiente de la caída del meteorito. Era tan temprano que aún estaba en la cama.
Vladimir preguntaba por la casa que tenía en alquiler. Fue una llamada corta, escueta, como un telegrama. Mariana aceptó sólo por la tranquilidad de que si lo tenía de inquilino le ingresaría en su cuenta bancaria dos años por adelantado.

Mariana es la hermana de Rodolfo y Rodolfo es compañero de trabajo  de Alfredo... Alfredo, mi amigo y vecino, me lo contó uno de esos días en que el tema de conversación era Vladimir.  "puede que no pueda hablar" Insinué ante la evidencia de que nadie había escuchado su voz desde que llegó. Aquél argumento desmontaba mi teoría. Podía hablar, incluso sabía nuestro idioma, lo hizo  en aquella llamada de teléfono.


....

La semana pasada la cajera del supermercado me comentó con una naturalidad pasmosa que Vladimir -el tipo de las latas de atún y el Vodka- aclaró para que no hubiera duda de quien se trataba, me necesitaba. ¿Para que? Yo era una mujer multiempleada; era profesora de ingles en la academia "Resueltos S.A." , Los jueves y Viernes estaba en la agencia de viajes " Xiao Bambino" y  por las tardes de Lunes a Sábado acompañaba a Doña Manolita a dar sus paseos, a la consulta del médico y todas esas cosillas que van saliendo a diario.  Los fines de semanas eran para mi,  Doña Manolita casi siempre me daba la tarde de Sábado libre, decía que tenía que pasar mas tiempo con mi novio y trabajar menos...
¿Para que me necesitaba? Fuera lo que fuera podía haber ido a mi puesto de trabajo pero no... me dejó el encargo en la caja del Mercadona...

Quise llamar al timbre... parecía no funcionar, di un par de golpes con mis débiles nudillos.  Eché un vistazo al buzón mientras esperaba  pero no había nada, ninguna postal...

Me abrió y me dejó pasar sin decir nada. Entré...    De pronto descubrí miedo, quizás me estuviera metiendo "en la boca del lobo" como una palurda. Me dirigió al salón donde un fuerte olor a cerrado impregnaba todo.   Se sentó y yo hice lo propio frente a él, una mesa  con varios vasos y la dichosa botella de Vodka nos separaba.  Se relajó y vertió el vodka en dos vasos. " No. Gracias, no suelo beber y menos estas bebidas tan fuertes"
Bebió de un trago el líquido de su vaso y dejó esperar el otro.

"necesito una ayuda" "Un mapa,  es muy importante que tenga ese mapa antes de 10 días"

¿Un mapa? Yo no entiendo de mapas, su petición fue tan inesperada que el sonido de su voz pasó desapercibido.  Así se lo hice saber; "¿que clase de mapa era? En internet podía encontrar todos los caminos, hoy en día todos los mapas del mundo podían encontrarse en la red a golpe de click".

"¿Internet?"  "¿Cómo puedo ir a internet?"


¿Cómo puedo ir a internet? Acaso había alguien medianamente civilizado en este planeta que no supiera de la existencia de la red de redes... puede que quisiera aturdirme, hacerse el loco,  puede que aquella actitud de panoli  fuese una especie de coartada, pero que sentido  tenía. Su rostro fue de asombro, de alegría ante la evidencia de que la solución a ese problema que venía arrastrando desde tiempo atrás la tenía internet. No sé porqué, os lo juro... no sé porqué le creí. Supongo que confié en su mirada, siempre he sido confiada.

Espérame aquí, volveré en 20 minutos con tu mapa.

20 minutos después volví a sentarme en la misma silla pero con mi portátil frente a los dos.

"A ver... ¿Dónde quieres ir?"  Dije animada y predispuesta a ser portadora de un gran misterio. Alfredo lo iba a flipar cuando se lo contara.

"No es mapa tierra, es mapa de cielo"

"Ah... bueno...  eso es diferente... dime que es lo que quieres ver... "

"Mapa constelación Dorado, por favor"

En un minuto la constelación Dorado ocupaba todo el monitor del portátil.  Vladimir arqueó una de sus cejas en forma de asombro y acercó sus ojos al monitor, fue haciendo ruiditos conforme iba desglosando el mapa. Yo no entendía nada.  Entonces se levantó, fue a una estantería y cogió el libro que leía constantemente, lo miró un instante. No fui tan discreta como se debe ser en ocasiones como esta, miré el libro a la par de él... eran dibujos, señales, letras parecidas a las rusas...  Volvió a mirar el monitor y comenzó a dibujar el mapa de Dorado a la ves que ajustaba unos números.
Estaba claro que yo había dejado de existir, me alejé del monitor y le dejé trabajar durante dos horas...
Al marcharme Vladimir me acompañó para despedirme y antes de abrir la puerta para  marchar me hizo parar y me dijo:
" Muchas gracias, yo quiero pagar por tu trabajo un buen dinero y por tu silencio por favor"
" No, no, no me tienes que pagar, internet es para todos y confía que no diré nada. De verdad"
"Muchas gracias por favor"

Aquella coletilla de POR FAVOR, resultaba curiosa, llamativa y hasta graciosa... 

No se lo conté a nadie obviamente. Ni siquiera a Alfredo y creerme cuando os digo que no me costó guardar silencio. Intuía que había algo que merecía mi silencio.

Al día siguiente pasé por casa de Vladimir y le dí el mapa. Lo saqué por impresora. Debía tener un buen mapa y no un medio garabato en una de las hojas de ese libro suyo.


Hace meses de ese día.  Nunca más lo vi. Simplemente se marchó.  No tengo ni idea a donde. Mariana recogió las llaves de la casa que le había dejado en el maltrecho buzón.   Todo volvió a ser como siempre, incluso como antes de la noche del meteorito.  Todos le habíamos olvidado. Incluso yo, lo confieso.


Esta tarde abrí mi propio buzón.  Entre las cartas del banco, el recibo de  la luz y una publicidad de una tienda de muebles encontré lo inesperado. Una postal. No había nada escrito.  Sé de quien era, claro que sí. Mi sonrisa se me escurrió sin querer. Era una postal de "la Constelación Dorado".